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jueves, 4 de julio de 2013

EL SILENCIO COMO INSPIRACION 9


EL SILENCIO COMO INSPIRACION  9

Un hombre fue a ver a Lin Chi, un gran maestro Zen, y dijo: Estoy muy preocupado. Me gustaría llegar a ser un Buda. ¿Qué hacer? Lin Chi lo echó a bastonazos del templo. Lo golpeó fuerte, el hombre empezó a correr, y Lin Chi lo persiguió fuera del templo. Alguien que estaba allí le dijo: Esto es demasiado. El pobre hombre no ha hecho nada malo. Lo único que ha hecho ha sido preguntar, y su pregunta era muy religiosa, además parecía muy sincero: debías haber visto sus ojos, su cara. Ha recorrido un largo camino para venir a verte, y solo te estaba preguntando sinceramente algo religioso, sencillo: cómo llegar a ser un Buda. Y lo que tú le has hecho al pobre hombre parece un poco exagerado, injustificado. Lin Chi contestó: Lo he perseguido porque su pregunta era absurda. Él ya es un Buda. Si lo intenta, fallará. Pero si puede entender por qué lo persigo y le pego, abandonará todo esfuerzo; no han nada que conseguir, tan solo tiene que ser él mismo. Él tiene que ser exactamente lo que es.
Sé suelto, natural, como dice Tilopa, y entonces Buda ya estará en la capilla. Uno no tiene que llegar a ser un Buda, uno siempre nace siendo un Buda. El estado de buda es tu más profunda naturaleza esencial. No necesitas ir en su búsqueda: no necesitas intentar conseguirlo.
El pobre buscador fue a ver a otro maestro, pensando que este Lin Chi debía estar loco: Lo único que he hecho ha sido plantearle una pregunta y se lía a bastonazos conmigo, incluso me persigue fuera
del templo. Debe estar completamente loco. Fue a otro maestro, un maestro que era opuesto a Lin Chi. Sus monasterios estaban cerca, en las mismas colinas. Así que fue allí. Pensaba: Este será el hombre adecuado, ya que es opuesto a Lin Chi. Y ahora puedo entender por qué.
Fue a ver al maestro, el otro maestro, y le hizo la misma pregunta. El maestro dijo: ¿Has ido antes a ver a algún otro maestro? Él contestó: Sí. Pero fue un error por mi parte. Fui a ver a Lin Chi. Me pegó fuerte, y me persiguió fuera del templo. De repente, el maestro se puso muy violento, como si fuera a matarlo. Sacó la espada de su funda, y el hombre salió corriendo. El maestro le gritó: ¿Qué te has creído? ¿Acaso te has creído que yo soy un ignorante? Lin Chi te ha pegado, pero yo te mataré.
Por el camino el hombre se encontró con otro viajero y le preguntó qué podía hacer. Este le contestó: Regresa con Lin Chi, es más compasivo. Y lo hizo. Cuando regresó, Lin Chi le preguntó: ¿Por qué has regresado? Él contestó: El otro maestro es peligroso, más peligroso que tú. Me hubiera matado. Al parecer, es un maníaco, violento. Lin Chi dijo: Estamos compinchazos. Es una conspiración. Ahora quédate aquí y no preguntes nunca cómo ser un Buda, porque ya lo eres. Uno lo único que tiene que hacer es vivir. Tú vive como un Buda. No te preocupes, no intentes llegar a serlo. Y el viajero acabó iluminándose.
El amor es algo que hay que atesorar, degustar muy despacio, para que fluya profundamente a vuestro ser y se convierta en una experiencia que os posea de tal manera que dejéis de existir. No es que estéis haciendo el amor:.. sois el amor
El amor puede convertirse en una energía superior a vuestro alrededor. Puede trascenderos a los dos, de modo que ambos estáis perdidos en él. Pero para eso tendréis que esperar. Dejad que la energía se acumule y acontezca por su propia cuenta. Poco a poco, cobraréis conciencia cuando llegue el momento. Empezaréis a ver los síntomas y entonces no habrá dificultad.
Si no surge el momento de hacer el amor naturalmente, entonces esperad; no hay prisa.
La mente occidental tiene demasiada prisa... incluso mientras está haciendo el amor. Es algo que hay que hacer y terminar. Esa es una actitud completamente equivocada. No podéis manipular el amor. Sucede cuando sucede. Si no acontece, no hay nada de qué preocuparse. No lo convirtáis en un viaje del ego. Eso también está en la mente occidental; el hombre piensa que, de algún modo, debe conseguirlo. Si no, no es lo bastante hombre. Eso es una estupidez y una necedad.
El amor es algo trascendental. No podéis dirigirlo. Nadie ha podido dirigirlo jamás, y quienes lo han intentado se han perdido toda su belleza. Entonces, como mucho, se convierte en una liberación sexual, pero todos los reinos sutiles v más profundos permanecen intactos.

El amor no debería ser condicional, no habría que esperar nada de él. Él mismo debería ser su razón de ser, no una recompensa o resultado. Repito, si tiene algún motivo ulterior, vuestro amor no puede convertirse en un cielo abierto. Se ve confinado a ese motivo; el motivo se convierte en su definición, en su límite. El amor sin motivo carece de limites: es puro júbilo, exuberancia, es la fragancia del corazón.

El Ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados. Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento.

En cuanto entras con tu atención en el Ahora, te das cuenta de que la vida es sagrada. Cuando estás presente, hay una sacralidad en todo lo que percibes. Cuanto más vivas en el Ahora, más sentirás la simple pero profunda alegría de Ser, y la santidad de toda vida.

La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero son dos cosas distintas. El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el espacio en el que ocurren las cosas.

Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el Ahora. El Ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.

Observa un animal, una flor, un árbol, y mira cómo descansan en el Ser. Cada uno de ellos es él mismo. Tiene una enorme dignidad, inocencia, santidad. Sin embargo, para poder ver esto, tienes que ir más allá del hábito mental de nombrar y etiquetar. En el momento en que miras más allá de las etiquetas mentales, sientes la dimensión inefable de la naturaleza, que no puede ser comprendida el pensamiento ni percibida por los sentidos. una armonía, una sacralidad que, además de compenetrar la totalidad de la naturaleza, está dentro de ti. 

El aire que respiras es natural, como el propio proceso de respirar.

Dirige la atención a tu respiración y date cuenta de que no eres tú quien respira. La respiración es natural. Si tuvieras que acordarte de respirar, pronto morirías, y si intentaras dejar de respirar, la naturaleza prevalecería.

Reconecta con la naturaleza del modo más íntimo e interno percibiendo tu propia respiración y aprendiendo a mantener tu atención en ella .Esta es una práctica muy curativa y energetizante. 

Produce un cambio de conciencia que te permite pasar del mundo conceptual del pensamiento al ramo de la conciencia incondicionada.

Necesitas que la naturaleza te enseñe y te ayude a reconectar con tu Ser. Pero tú no eres el único necesitado; ella también te necesita a ti.

No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la Vida Una que se manifiesta en incontables formas en todo el universo, formas que están, todas ellas, completamente interconectadas. Cuando reconoces la santidad, la belleza, la increíble quietud y dignidad en las que una flor o un árbol existen, tú añades algo a esa flor o a ese árbol. A través de tu reconocimiento, de tu conciencia, la naturaleza llega a conocerse a sí misma. ¡Alcanza a conocer su propia belleza y sacralidad a través de ti!

Un gran espacio silencioso contiene en su abrazo la totalidad del mundo natural. Y también te contiene a ti.

Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que habitan las rocas, las plantas y los animales. Sólo cuando tu mente ruidosa se queda en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza y sanar la separación creada por el exceso de pensamiento.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.

La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ése es su regalo para ti. Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu conciencia. Ése es tu regalo a la naturaleza.

A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años.

Qué rápidamente nos formamos una opinión de otras personas, qué rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. A la mente egótica le resulta satisfactorio etiquetar a otro ser humano, darle una identidad conceptual, pronunciar juicios severos.

Cada ser humano ha sido condicionado a pensar y comportarse de cierta manera, condicionado tanto genéticamente como por sus experiencias infantiles y su entorno cultural.











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