Translate

lunes, 8 de julio de 2013

EL SILENCIO COMO INSPIRACION 11



EL SILENCIO COMO INSPIRACION  11

No se debería reír para hacer feliz a otro, porque si vosotros no sois felices, no podéis hacer feliz a nadie. Simplemente deberíais reír por voluntad propia, y sin que exista un motivo en particular.
Si empezáis a analizar las cosas, no seréis capaces de dejar de reír. Sencillamente, todo
es perfecto para la risa, no falta nada, pero no lo permitimos. Somos muy mezquinos con la
risa, con el amor, con la vida. En cuanto sepáis que se puede dejar de ser mezquinos, pasaréis
a una dimensión diferente.
La risa es la verdadera religión. Todo lo demás es metafísica.

No hay que emitir juicios, porque si se juzga, se inicia la división.
Por ejemplo, podéis estar sumidos en una profunda conversación con un amigo y de
pronto sentir que os apetece el silencio. Queréis dejar de hablar justo en mitad de una frase.
Parad, y ni siquiera completéis el resto de la oración, porque eso irá contra la naturaleza.
Pero entonces surge el juicio. Uno se sentirá abochornado por lo que puedan pensar los
demás si de repente se deja de hablar en medio de una frase. Si de pronto guardáis silencio, no
lo entenderán, de modo que lográis completar la oración como podéis. Fingís mostrar interés,
y al final conseguís escapar. Eso es muy costoso y no hay necesidad de hacerlo. Simplemente
decid que en ese momento no os llega la conversación. Podéis pedir disculpas y guardar
silencio.
Durante unos días quizá sea un poco molesto, pero poco a poco la gente empezará a entender. No os juzguéis por el motivo por el que hayáis podido guardar silencio; no os digáis que no está bien. ¡Todo está bien! En la aceptación profunda, todo se convierte en una bendición. Lo que pasa es que vuestro ser quiere estar silencioso, así que hacedle caso.
Convertíos en una sombra de vuestra totalidad, y allí adonde vaya tenéis que seguirla porque
no hay otro objetivo. Comenzaréis a sentir que os rodea una relajación tremenda.

No hay nada que temer porque no tenemos nada que perder. Todo lo que puede
ser robado no vale la pena, de modo que ¿por qué temer? ¿por qué sospechar?
¿por qué dudar?
Estos son los verdaderos ladrones: la duda, la sospecha, el miedo. Destruyen vuestra
misma posibilidad de celebración. Así que mientras estéis en la tierra, celebrad la tierra.
Mientras dure este momento, disfrutadlo hasta la médula. Sacadle todo el jugo que os pueda
dar y que está dispuesto a daros.
Debido al miedo pasáis por alto muchas cosas. Por el miedo no podemos amar, y si amamos, siempre es a medias. Siempre es hasta cierto punto y jamás va más allá. Siempre llegamos a un punto más allá del cual nos da miedo ir, así que nos quedamos anclados ahí. El miedo nos impide ahondar en la amistad. Por el miedo no podemos rezar.
Sed conscientes, pero jamás seáis cautos. La distinción es muy sutil. La conciencia no
está enraizada en el miedo, pero sí la cautela. Uno se muestra cauto para no tener que
equivocarse nunca, aunque así no se puede llegar muy lejos. El mismo temor no os permitirá
investigar estilos de vida nuevos, nuevos canales para la energía, nuevas direcciones y nuevas
tierras; no os lo permitirá. Siempre hollaréis el mismo sendero, una y otra vez, avanzando y
retrocediendo, avanzando y retrocediendo. ¡Uno se convierte en un tren de mercancías!

Hay momentos, contados momentos, muy espaciados entre sí, en que el ego algunas
veces desaparece porque os encontráis en una embriaguez total. En el amor a veces sucede; en
ocasiones también en el orgasmo.
En el orgasmo profundo vuestra historia desaparece, vuestro pasado no deja de
retroceder, hasta que al final desaparece. En el orgasmo no tenéis ninguna historia, ningún
pasado, no tenéis mente ni autobiografía. Estáis absolutamente aquí, ahora. No sabéis quiénes
sois, carecéis de identidad. En ese momento el ego no funciona, y de ahí el júbilo del
orgasmo, su refrescante cualidad, lo rejuvenecedor que es. Por eso os deja tan silenciosos, tan tranquilos, tan relajados y satisfechos. Pero una vez más irrumpe el ego, entra el pasado para arraigarse en el presente. De nuevo la historia empieza a funcionar y vosotros dejáis de funcionar. El ego es vuestra historia, no es una realidad. Y es vuestro enemigo.
Todas las personas giran por esa esquina muchas veces en la vida, porque esta se mueve
en un círculo y una y otra vez llegamos al mismo punto, pero debido a la falta de coraje
escapamos de ese punto. De lo contrario, el ego es una falsedad. De hecho, dejarlo morir sería
lo más fácil es mantenerlo vivo lo más arduo, pero lo mantenemos con vida y pensamos que es
lo más fácil.

Todas las cosas acontecen juntas. Si os sintierais menos culpables, de inmediato
empezaríais a sentiros más felices. Si os sintierais más felices, os sentiríais menos en
conflicto, más armoniosos... más integrados.
Si os sintierais juntos, más armoniosos, de pronto sentiríais que una cierta gracia os
rodea. Estas cosas funcionan como una reacción en cadena: una inicia otra, la otra inicia otra,
y así van extendiéndose.
Pero, para empezar, sentiros menos culpables resulta de vital importancia. Se ha hecho
sentir culpable a toda la humanidad... siglos de condicionamiento, de decirle a las personas
que hagan esto y no aquello. Y no solo eso, sino que se las ha obligado aduciendo que si
hacen algo que no está permitido por la sociedad o por la Iglesia, entonces son pecadores. Si hacen algo que es apreciado por la sociedad y la Iglesia, entonces son santos. De modo que se ha engañado a todo el mundo para hacer las cosas que la sociedad quiere que hagan y para no hacer aquellas que no desea. Nadie se ha molestado en averiguar si eso es lo que a vosotros os gusta. Nadie se ha preocupado por el individuo.
De modo que esto es lo básico... hay que adentrarse en una nueva luz, en una nueva
conciencia, donde poder desembarazaros de la sensación de culpabilidad. Y luego seguirán

muchas más cosas.





No hay comentarios:

Publicar un comentario