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jueves, 13 de junio de 2013

EL SILENCIO COMO INSPIRACION 4




    EL SILENCIO COMO INSPIRACION   4

Hemos heredado las formaciones mentales de toda la sociedad y de nuestros antepasados. La consciencia individual esta formada de consciencia colectiva, y la consciencia colectiva de la consciencia individual. No pueden separarse. Al observar profundamente nuestra consciencia individual, sentimos la consciencia colectiva. Nuestras ideas de belleza, bondad y felicidad, por                                            ejemplo, provienen de nuestra sociedad.


A lo largo de la historia, los seres humanos han cometido incontables actos de agresión, crueldad y violencia hacia sus semejantes, y continúan realizándolos. ¿Son todos ellos condenables? ¿Son todos culpables? ¿O dichos actos son expresiones de la inconsciencia, de una etapa evolutiva que ahora estamos dejando atrás?.

Las palabras de Jesús: «Perdónales porque no saben lo que hacen», también son aplicables a ti.
Si con el fin de liberarte te marcas metas egóticas que te potencian o te hacen sentirte importante, aunque las consigas, no te sentirás satisfecho.

Márcate metas, pero sabiendo que alcanzarlas no tienen la menor importancia. Cuando algo surge de la presencia, significa que este instante no es un medio para un fin: la acción es satisfactoria por sí misma en cada momento. Ya no reduces el Ahora a un medio para un fin, que es lo que hace la conciencia del ego.

«Cuando el yo desaparece, desaparecen los problemas», dijo el maestro budista cuando le pidieron que explicara el significado profundo del budismo.

Cuando se mira superficialmente, parece que el momento presente es uno entre muchos, muchos momentos.

Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de momentos en los que ocurren distintas cosas.

Pero, si miras más a fondo, ¿no hay siempre un único momento? ¿No es la vida siempre «este momento»?

Este momento —el Ahora— es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es Ahora. Y ya que no es posible escapar del Ahora, ¿por qué no darle la bienvenida y hacerse amigo suyo?

Cuando te haces amigo del momento presente te sientes como en casa dondequiera que estés. Si no te sientes cómodo en el Ahora, te sentirás incómodo dondequiera que vayas.

El momento presente es como es. Siempre. ¿Puedes dejarlo ser?

La división de la vida en pasado, presente y futuro es obra de la mente y, en definitiva, es ilusoria. Pasado y futuro son formas de pensamiento, abstracciones mentales. El pasado sólo puede ser recordado Ahora. Lo que recuerdas es un suceso que tuvo lugar en el Ahora, y lo recuerdas Ahora. El futuro, cuando llega, es un Ahora. De modo que lo único que es real, lo único que llega a tener existencia, es el Ahora.

Mantener la atención en el Ahora no implica tener las necesidades de tu vida. Se trata de reconocer que es lo fundamental. Eso te permite gestionar lo secundario con gran facilidad. No se trata de decir: «Ya no me ocupo de las cosas porque sólo existe el Ahora.» No. Empieza por encontrar lo que es más importante y haz del Ahora tu amigo, no tu enemigo. Reconócelo, hónralo. Cuando el Ahora es el fundamento y el núcleo principal de tu vida, ésta se despliega con facilidad.

Recoger la vajilla, diseñar una estrategia empresarial, planear un viaje... ¿Qué es mas importante el acto en sí o el resultado que quieres conseguir con ese acto? ¿Este momento o algún momento futuro?

¿Tratas este momento como si fuera un obstáculo por superar? ¿Sientes que lo más importante es llegar a algún momento futuro?

Casi todas las personas viven así la mayor parte del tiempo. Como el futuro nunca llega, excepto como presente, es un estilo de vida disfuncional. Genera una continua corriente subterránea de tensión, alteración y descontento. No hace honor a la vida, que es Ahora y nunca deja de ser Ahora.

Siente la vida dentro de tu cuerpo. Eso te ancla en el Ahora.

No te responsabilizas definitivamente de la vida hasta que te responsabilizas de este momento, del Ahora. Esto se debe a que en el Ahora es en el único lugar donde se halla la vida.

Responsabilizarse de este momento significa no oponerse internamente a la «cualidad» del Ahora, no discutir con lo que es. Significa estar alineado con la vida.

El Ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados. Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento.

Cuando dices «sí» a lo que es, te alineas con el poder y la inteligencia de la Vida misma. Sólo entonces puedes convertirte en un agente del cambio positivo en el mundo.

Una práctica espiritual simple pero radical es aceptar lo que surja en el Ahora, dentro y fuera.

Cuando tu atención te traslada al Ahora, estás alerta. Es como si despertases de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro. Hay claridad, simplicidad. No queda sitio para fabricarse problemas. Simplemente este momento es como es.

En cuanto entras con tu atención en el Ahora, te das cuenta de que la vida es sagrada. Cuando estás presente, hay una sacralidad en todo lo que percibes. Cuanto más vivas en el Ahora, más sentirás la simple pero profunda alegría de Ser, y la santidad de toda vida.

La mayoría de la gente confunde el Ahora con lo que ocurre en el Ahora, pero son dos cosas distintas. El Ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el espacio en el que ocurren las cosas.

Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el Ahora. El Ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.

Cuando entras en el Ahora, sales del contenido de tu mente. La corriente incesante de pensamientos se apacigua. Los pensamientos dejan de absorber toda tu atención, ya no te ocupan completamente. Surgen pausas entre pensamientos, espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto que tus pensamientos.

Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen el contenido de tu vida. «Mi vida» es de lo que derivas tu sentido del yo; «mi vida» son los contenidos, o al menos eso crees.

El Ahora es inseparable de quien eres en el nivel más profundo.

Hay muchas cosas importantes en tu vida, pero sólo una importa absolutamente. Importa que tengas éxito o fracases a los ojos del mundo. Importa si tienes o no tienes salud, si has recibido o no una buena educación. Importa a eres rico o pobre; ciertamente, establece una carencia en tu vida. Sí, todas estas cosas tienen importancia, una importancia relativa, pero no importancia absoluta.

Hay algo más importante que cualquiera de estas cosas: encontrar tu ser esencial más allá de esa entidad efímera, del efímero yo personal.

No encontrarás la paz reordenando las circunstancias de tu vida, sino dándote cuenta de quién eres al nivel más profundo.

La reencarnación no te ayudará si en la próxima encarnación sigues sin saber quién eres.

Todas las desgracias del planeta surgen del sentido personalizado del «yo» o del «nosotros», que recubre la esencia de tu ser. Cuando no eres consciente de la esencia interna, siempre acabas sintiéndote desgraciado.

Es así de simple. Cuando no sabes quién eres, te fabricas mentalmente un yo que sustituye tu hermoso ser divino, y te apegas a ese yo temeroso y necesitado.

Entonces la protección y potenciación de ese falso sentido del yo se convierte en tu principal fuerza motivadora.

Muchas expresiones usadas habitualmente, y a veces la propia estructura del lenguaje, revelan que las personas no saben quiénes son. Por ejemplo, dices: «El ha perdido su vida», o hablas de «mi vida», como si la vida fuera algo que pudieras poseer o perder. Lo cierto es que no tienes una vida; eres una vida. La Vida Una, la conciencia que interpenetra todo el universo y toma forma temporalmente para experimentarse como piedra o como hoja de hierba, como un animal, una persona, una estrella o una galaxia.

¿Puedes sentir en lo profundo de ti que ya sabes eso? ¿Puedes sentir que ya eres Eso?

Cuando miras un árbol, eres consciente del árbol. Cuando tienes un pensamiento o sentimiento, eres consciente de ese pensamiento o sentimiento. Cuando tienes una experiencia placentera o dolorosa eres consciente de esa experiencia.

Estas declaraciones parecen ciertas y evidentes; sin embargo, si las examinas de cerca descubrirás que, sutilmente, su propia estructura contiene una ilusión fundamental, una ilusión inevitable cuando se usa el lenguaje. Pensamiento y lenguaje crean una aparente dualidad y una persona separada donde no la hay. Lo cierto es: tú no eres alguien que es consciente del árbol, del pensamiento, del sentimiento o de la experiencia.

Tú eres la conciencia en la que y por la que esas cosas aparecen.

Mientras vives tu vida, ¿puedes ser consciente de ti mismo como la conciencia en la que se despliega todo el contenido de tu vida?

Dices: «Yo quiero conocerme a mí mismo.» Tú eres el «yo». Tú eres el Conocimiento. Tú eres la conciencia por la que todo es conocido. Y eso no puede conocerse a sí mismo; eso es si mismo.

No hay nada que saber más allá de esto, y sin embargo todo conocimiento surge de ello. El «yo» no puede convertirse en un objeto de conocimiento, de conciencia.

De modo que no puedes convertirte en un objeto para ti mismo. Por eso mismo ha surgido la ilusión de la identidad egótica, porque mentalmente has hecho de ti mismo un objeto. «Eso soy yo», dices. Y empiezas a tener una relación contigo mismo, y te cuentas tu historia a ti mismo y a los demás.

Conociéndote como la conciencia en la que ocurre la existencia fenoménica, te liberas de la dependencia de los fenómenos, te liberas de la búsqueda del yo en situaciones lugares y estados. En otras palabras: lo que ocurre o deja de ocurrir ya no es tan importante. Las situaciones pierden su gravedad, su seriedad. Un ánimo juguetón entra en tu vida. Reconoces que este mundo es una danza cósmica, la danza de la forma, ni más ni menos.

Cuando sabes verdaderamente quién eres, vives en una vibrante y permanente sensación de paz. Puedes llamarla alegría, porque la alegría es eso: una paz vibrante de vida. Es la alegría de conocerte a ti mismo como la esencia de vida antes de tomar forma. Eso es la alegría de Ser, de ser quien realmente eres.

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