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viernes, 21 de junio de 2013

EL SILENCIO COMO INSPIRACION 6


EL SILENCIO COMO INSPIRACION  6

En el momento en el que os ilumináis, toda la existencia se ilumina. Si estáis en la oscuridad, entonces toda la existencia está a oscuras. Todo depende de vosotros.       Osho
 Hay mil y una falacias alrededor de la meditación. Esta es muy simple: no es otra cosa que conciencia. No es recitar, no es emplear un mantra o un rosario. Estos son métodos hipnóticos. Pueden proporcionaros un cierto descanso. No hay, nada malo en ello, si lo único que se pretende es la relajación. Cualquier método hipnótico puede ser de ayuda, pero si se quiere la verdad, no basta.
La meditación simplemente significa transformar vuestra inconsciencia en conciencia.
Por lo general, solo una décima parte de nuestro cerebro es consciente, y nueve décimas
partes son inconscientes. Únicamente una parte pequeña de la mente, una capa fina, posee luz;
por lo demás, la casa está a oscuras. Y el desafío es hacer crecer esa pequeña luz para que
toda la casa se inunde de luz, con el fin de que ni un nicho o rincón queden en la oscuridad.
Entonces toda la casa rebosa luz, y la vida es un milagro; tiene la cualidad de la magia.
Deja de ser ordinaria y todo se vuelve extraordinario.

A lo largo de la historia, siempre ha habido mujeres y hombres que, cuando tuvieron que hacer frente a grandes pérdidas, enfermedades, prisión o muerte inminente, aceptaron lo aparentemente inaceptable, y así hallaron «la paz que supera toda comprensión».

La aceptación de lo inaceptable es la mayor fuente de gracia en este mundo.

Hay situaciones en las que todas las respuestas y explicaciones fracasan. La vida deja de tener sentido. O alguien que está pasando un apuro viene a pedirte ayuda, y tú no sabes qué decir ni qué hacer.

Cuando aceptas plenamente que no sabes, renuncias a esforzarte por encontrar respuestas con la mente pensante y limitada, y es entonces cuando una inteligencia mayor puede operar a través de ti. En ese instante, hasta el pensamiento puede beneficiarse, porque la inteligencia mayor puede fluir a él e inspirarlo..

A veces, rendición significa renunciar a tratar de comprender y sentirse cómodo en el desconocimiento.

¿Conoces a ese tipo de persona cuya principal función en la vida parece ser la de ser desgraciada y hacer desgraciados a los demás, la de extender la infelicidad? Perdónales, porque ellos también forman parte del despertar de la humanidad. Representan una intensificación de la pesadilla de la conciencia egótica, del estado de no rendición. En su función no hay nada personal. Ellos no son eso.

Uno podría decir que rendirse es la transición interna de la resistencia a la aceptación, del «no» al «sí».

Cuando te rindes, tu sentido del yo pasa de estar identificado con una reacción o juicio mental a ser el espacio que rodea a la reacción o al juicio. Es pasar de identificarte con la forma el pensamiento o emoción a ser y reconocerte como aquello que no tiene forma, la conciencia espaciosa.

Lo que aceptes completamente te hará sentirte en paz, incluyendo la aceptación de que no puedes aceptar, de que te estás resistiendo.

Deja la Vida en paz. Déjala ser.

Dependemos de la naturaleza no sólo para nuestra supervivencia física. También necesitamos a la naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el camino de salida de la prisión de nuestras mentes. Nos hemos perdido en el hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar: estamos perdidos en un complejo laberinto, en un mundo de problemas.

Hemos olvidado lo que las rocas, las plantas y los animales todavía saben. Nos hemos olvidado de ser: de ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde está la vida: Aquí y Ahora.

Cuando diriges tu atención hacia algo que ha venido a la existencia sin la intervención humana, sales de la prisión del pensamiento conceptual y, en cierta medida, participas del estado de conexión con el Ser en el que todavía existe todo lo natural.

Llevar tu atención a una piedra, a un árbol o a un animal no significa pensar en ellos, sino simplemente percibirlos, darte cuenta de ellos.

Entonces se te transmite algo de su esencia. Puedes sentir lo aquietado que está y, sintiéndolo, surge en ti esa misma quietud. Sientes lo profundamente que descansa en el Ser, completamente unificado con lo que es y con dónde está. Al darte cuenta de ello, tú también entras en un lugar de profundo reposo dentro de ti mismo.

Cuando camines o descanses en la naturaleza, honra ese reino permaneciendo allí plenamente. Serénate. Mira. Escucha. Observa cómo cada planta y animal son completamente ellos mismos. A diferencia de los humanos, no están divididos en dos. No viven a través de imágenes mentales de sí mismos, y por eso no tienen que preocuparse de proteger y potenciar esas imágenes. El ciervo es él mismo. El narciso es él mismo.

Todas las cosas naturales, además de estar unificadas consigo mismas, están unificadas con la totalidad. No se han apartado del entramado de la totalidad reclamando una existencia separada: «yo» y el resto del universo.

La contemplación de la naturaleza puede liberarte del «yo», el gran creador de conflictos.

Percibe los múltiples sonidos sutiles de la naturaleza: el susurro de las hojas al viento, la caída de las gotas de lluvia, el zumbido de un insecto la primera canción del pájaro al amanecer. Entrégate completamente al acto de escuchar. Mas allá de los sonidos, hay algo mayor: una sacralidad que no puede ser Tú no creaste tu cuerpo, y tampoco eres capaz de controlar las funciones corporales. En tu cuerpo opera una inteligencia mayor que la mente humana. Es la misma inteligencia que lo sustenta todo en la naturaleza. Para acercarte al máximo a esa inteligencia, sé consciente de tu propio campo energético interno, siente la vida, la presencia que anima el organismo.

La alegría y las ganas de jugar de un perro, su amor incondicional y su disposición a celebrar la vida en cualquier momento suelen contrastar agudamente con el estado interno del dueño del perro: deprimido, ansioso, cargado de problemas, perdido en el pensamiento, ausente del único momento y lugar que existen: el Aquí y el Ahora. Uno se pregunta: viviendo con esa persona, ¿cómo consigue el perro mantenerse tan sano, tan alegre?

Cuando percibes la naturaleza sólo a través de la mente, del pensamiento, no puedes sentir su plenitud de vida, su ser. Sólo ves la forma y no eres consciente de la vida que la anima, del misterio sagrado. El pensamiento reduce la naturaleza a un bien de consumo a un medio de conseguir beneficios, conocimiento, o algún otro propósito práctico. El antiguo bosque se convierte en madera; el pájaro, en un proyecto de investigación; la montaña, en el emplazamiento de una mina o en algo por conquistar.

Cuando percibas la naturaleza, permite que haya espacios sin pensamiento, sin mente. Cuando te acerques a la naturaleza de este modo, ella te responderá y participará en la evolución de la conciencia humana y planetaria.

Nota lo presente que está la flor, lo rendida está a la vida.

La planta que tienes en casa..., ¿la has mirado detenidamente alguna vez? ¿Has permitido que ese ser familiar pero misterioso que llamamos planta te enseñe sus secretos? ¿Te has dado cuenta de lo pacífica que es, de que está rodeada de un campo de quietud? En el momento en que te das cuenta de la quietud y de la paz que emana, esa planta se convierte en tu maestra.

Observa un animal, una flor, un árbol, y mira cómo descansan en el Ser. Cada uno de ellos es él mismo.

Tiene una enorme dignidad, inocencia, santidad. Sin embargo, para poder ver esto, tienes que ir más allá del hábito mental de nombrar y etiquetar. En el momento en que miras más allá de las etiquetas mentales, sientes la dimensión inefable de la naturaleza, que no puede ser comprendida el pensamiento ni percibida por los sentidos. una armonía, una sacralidad que, además de compenetrar la totalidad de la naturaleza, está dentro de ti.

El aire que respiras es natural, como el propio proceso de respirar.

Dirige la atención a tu respiración y date cuenta de que no eres tú quien respira. La respiración es natural. Si tuvieras que acordarte de respirar, pronto morirías, y si intentaras dejar de respirar, la naturaleza prevalecería.

Reconecta con la naturaleza del modo más íntimo e interno percibiendo tu propia respiración y aprendiendo a mantener tu atención en ella .Esta es una práctica muy curativa y energetizante. Produce un cambio de conciencia que te permite pasar del mundo conceptual del pensamiento al ramo de la conciencia incondicionada.

Necesitas que la naturaleza te enseñe y te ayude a reconectar con tu Ser. Pero tú no eres el único necesitado; ella también te necesita a ti.

No estás separado de la naturaleza. Todos somos parte de la Vida Una que se manifiesta en incontables formas en todo el universo, formas que están, todas ellas, completamente interconectadas. Cuando reconoces la santidad, la belleza, la increíble quietud y dignidad en las que una flor o un árbol existen, tú añades algo a esa flor o a ese árbol. A través de tu reconocimiento, de tu conciencia, la naturaleza llega a conocerse a sí misma. ¡Alcanza a conocer su propia belleza y sacralidad a través de ti!

Un gran espacio silencioso contiene en su abrazo la totalidad del mundo natural. Y también te contiene a ti.
Sólo mediante la quietud interior tienes acceso al reino de quietud en el que habitan las rocas, las plantas y los animales. Sólo cuando tu mente ruidosa se queda en silencio puedes conectar profundamente con la naturaleza y sanar la separación creada por el exceso de pensamiento.

Pensar es una etapa en la evolución de la vida. La naturaleza existe en una quietud inocente que es anterior a la aparición del pensamiento. El árbol, la flor, el pájaro o la roca no son conscientes de su propia belleza y santidad. Cuando los seres humanos se aquietan, van más allá del pensamiento. La quietud que está más allá del pensamiento contiene una dimensión añadida de conocimiento, de conciencia.

La naturaleza puede llevarte a la quietud. Ése es su regalo para ti. Cuando percibes la naturaleza y te unes a ella en el campo de quietud, éste se llena de tu conciencia. Ése es tu regalo a la naturaleza.

A través de ti, la naturaleza toma conciencia de sí misma. Es como si la naturaleza te hubiera estado esperando durante millones de años.

Qué rápidamente nos formamos una opinión de otras personas, qué rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. A la mente egótica le resulta satisfactorio etiquetar a otro ser humano, darle una identidad conceptual, pronunciar juicios severos.

Cada ser humano ha sido condicionado a pensar y comportarse de cierta manera, condicionado tanto genéticamente como por sus experiencias infantiles y su entorno cultural.




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