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martes, 2 de abril de 2013

LA MATRIX 3

LA MATRIX 3

Como decia en el anterior articulo "La Matrix 2",la ciencia esta reconociendo los escritos antiguos y sobre el LIBRO DE URANTIA,lo mismo aqui les dejo nuevos elementos para que puedan opinar.


EL PADRE UNIVERSAL es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y todos los seres. Pensad primero en Dios como creador, luego, como controlador, y finalmente, como sustentador infinito. La verdad sobre el Padre Universal había comenzado a alborear sobre la humanidad cuando el profeta dijo: «Tú solo eres Dios; no hay nadie sino tú. Tú hiciste el cielo y el cielo de los cielos, con todo su ejército; tú los preservas y los controlas. Por los Hijos de Dios fueron hechos los universos. El Creador se cubre de luz como de vestidura y extiende los cielos como una cortina». Sólo el concepto del Padre Universal —un solo Dios en lugar de muchos dioses— permitió al hombre mortal comprender al Padre como creador divino y controlador infinito.
Las miríadas de sistemas planetarios se formaron para que finalmente las habitaran muchos tipos diferentes de criaturas inteligentes, seres que pudieran conocer a Dios, recibir el afecto divino, y amarle a su vez. El universo de universos es la obra de Dios y la morada de sus diversas criaturas. «Dios creó los cielos y formó la tierra;estableció el universo y no creó este mundo en vano; para que fuera habitado lo creó».
Todos los mundos esclarecidos reconocen y adoran al Padre Universal, el hacedor eterno y sustentador infinito de toda la creación. Las criaturas volitivas de universo tras universo han emprendido el largo, muy largo, viaje al Paraíso, que es el desafío fascinador de la aventura eterna de llegar a Dios el Padre. La meta trascendente de los hijos del tiempo es encontrar al Dios eterno, comprender la naturaleza divina, reconocer al Padre Universal. Las criaturas que conocen a Dios tienen una sola ambición suprema, un solo ardiente deseo, y ése es llegar —como son en sus esferas— a ser semejantes a como es él en su perfección paradisiaca de personalidad y en su esfera universal de supremacía recta. Del Padre Universal que habita la eternidad ha emanado el mandato supremo: «Sed vosotros perfectos, así como yo soy perfecto». En amor y misericordia,los mensajeros del Paraíso han llevado esta exhortación divina a través de las edades y a través de los universos, aún hasta llegar a las criaturas tan bajas de origen animal como lo son las razas humanas de
Urantia.

Este magnífico mandato universal de esforzarse por alcanzar la perfección de la divinidad es el deber principal,y debería ser la más alta ambición, de toda la creación de criaturas forcejeantes del Dios de perfección. Esta posibilidad de alcanzar la perfección divina es el destino final y certero de todo progreso espiritual eterno del hombre.
Los mortales de Urantia dificilmente pueden esperar ser perfectos en el sentido infinito, pero es enteramente
posible para los seres humanos, que comienzan como lo hacen en este planeta, alcanzar la meta excelsa y
divina que el Dios infinito ha puesto para el hombre mortal; y cuando alcancen este destino estarán, en todo lo que corresponde a la autorrealización y alcance de la mente, tan pletóricos en su esfera de perfección divina como Dios mismo lo está en su esfera de infinidad y eternidad. Puede que tal perfección no sea universal en el sentido material, ni ilimitada en comprensión intelectual, ni final en experiencia espiritual, pero es final y completa en todos los aspectos finitos de divinidad de voluntad, perfección de motivación de personalidad, y conciencia de Dios.
Éste es el verdadero significado de ese mandato divino: «Sed perfectos, así como yo soy perfecto», que insta constantemente al hombre mortal hacia adelante y le atrae hacia adentro en esa larga y fascinadora lucha por alcanzar niveles cada vez más elevados de valores espirituales y auténticos significados de universo. Esta sublime búsqueda del Dios de los universos es la aventura suprema de los habitantes de todos los mundos del tiempo y el espacio.

La actualidad de la existencia de Dios se demuestra en la experiencia humana por el hecho que él dentro de sí tiene la presencia divina, el Monitor espíritu enviado desde el Paraíso para residir en la mente mortal del
hombre y allí ayudar a la evolución del alma inmortal de supervivencia eterna. Tres fenómenos experienciales
revelan la presencia de este Ajustador divino en la mente humana:
1. La capacidad intelectual de conocer a Dios: conciencia de Dios.
2. El impulso espiritual de encontrar a Dios: búsqueda de Dios.
3. El anhelo de la personalidad de ser como Dios: el deseo plenamente sincero de hacer la voluntad del Padre.
La existencia de Dios jamás puede probarse por experimentos científicos ni por la pura razón de la deducción lógica. Dios se puede realizar sólo en los dominios de la experiencia humana.



«Dios es amor»; por lo tanto su actitud personal única hacia los asuntos del universo es siempre una reacción
de afecto divino. El Padre nos ama lo suficiente para otorgarnos su vida. «Hace salir su sol sobre malos y
buenos, y hace llover sobre justos e injustos».
Es erróneo pensar de Dios que sea engatusado a amar a sus hijos por los sacrificios de sus Hijos o la
intercesión de sus criaturas subordinadas, «porque el Padre mismo os ama». En respuesta a este afecto
paterno Dios envía a los maravillosos Ajustadores para que habiten la mente de los hombres

Los Creadores son los primeros que intentan salvar al hombre de los desastrosos resultados de su tonta
transgresión de las leyes divinas.

Después de todo, la mayor prueba de la bondad de Dios y la razón suprema para amarle es el don del Padre
que mora en ti: el Ajustador que tan pacientemente aguarda la hora en que ambos os volváis eternamente uno.
Aunque no puedes encontrar a Dios mediante la búsqueda, si te sometes a la dirección del espíritu residente,
serás guiado infaliblemente, paso a paso, vida tras vida, universo tras universo, y edad tras edad, hasta
encontrarte finalmente en la presencia de la personalidad del Padre Universal del Paraíso.
¡Cuán irrazonable es que no adoréis a Dios, porque las limitaciones de la naturaleza humana y los
impedimentos de vuestra creación material no os permiten verle! Entre vosotros y Dios hay una gran distancia
(espacio físico) que debe ser atravesada. También hay una enorme diferencia espiritual que salvar; pero a
pesar de todo lo que física y espiritualmente os separa de la presencia personal y paradisiaca de Dios,
deteneos y ponderad el hecho solemne de que Dios vive dentro de vosotros.





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