POHNPEI EL SECRETO 2
Como comentaba en " Pohnpei el secreto" las conexiones entre los fundadores de Pohnpei y su posterior llegada a Sud-America,despues empezaron a poblar toda America y las tradiciones de los indios Hopi.Además de lo que afirma el ingeniero de la NASA con referencia a los indios hopi, que él sí estudió en profundidad, podemos corroborar algunas de sus constataciones observando las costumbres de sus inmediatos vecinos, los indios zuñí y pueblos, que junto con los hopi forman el grupo de pueblos
agricultores de la actual Arizona. Así, por ejemplo, los zuñí, cuyos templos son cámaras ceremoniales subterráneas,conservan el culto de la serpiente emplumada como deidad celeste (circunstancia que se repite
relativamente en la tradición pohnpeyana en la figura de la anguila sagrada), lo que indica el origen
mexicano de ciertos elementos de su religión (dedico bastante tinta a Quetzalcóatl —Kukulkán, Gucumatz
—, que fue serpiente emplumada y voladora.Los mismos zuñí rinden culto igualmente a los katchinas, para ellos mensajeros o intermediarios entre las deidades del cielo y el ser humano. Con lo cual se identifican prácticamente con los seres —emisarios, mensajeros— que en los textos bíblicos figuran bajo el concepto distorsionado de ángeles.Otro dato curioso es que este grupo de indios pueblos practican el arte de la pintura en seco, de arena o de polen, frente a sus altares, para las ceremonias religiosas. El origen de este arte es desconocido, pero es practicado igualmente en el Tíbet y entre algunas tribus de Australia. Tíbet, Australia, América. El coronel Churchward tal vez no iba tan desencaminado. En Asia central miran hacia el Este, hacia el Pacífico, al hablar de la patria original. En América hacen lo contrario, miran hacia el Oeste. O sea, igualmente hacia el Pacífico.Con ello desembocamos en el tema del supuesto continente hundido bajo las aguas del gran mar: Mu, Lemuria.
Captó la síntesis de la idea perfectamente el lingüista Damián G. Sohl, director de Educación del estado de Pohnpei, durante nuestra charla en su despacho del PICS High School en las afueras de Colonia. El nombre de la mujer que se convirtió en la primera madre de Pohnpei,Lemuetu, hace clara referencia a la supuesta madre patria, Lemuria. Descabellado a primera vista, por cuanto el nombre de Lemuria viene por otro lado: hace referencia a los lemúridos, mamíferos del orden de los prosimios que viven en algunas regiones del Sur Asia, en Malasia. Para explicar su aparición en lugares tan distantes, separados entre sí por un gran océano,
P. L. Sclater argumentó a mediados del siglo pasado —en una deducción a mi modo de entender
absolutamente gratuita— que debía de haber existido en épocas remotas un continente en esta zona, que
comunicaba por tierra a esta familia de animales. Sería el continente por este motivo llamado Lemuria,
concepto que luego se confundiría con el de Mu o Ma, radical que ya enlaza mucho más claramente con el supuesto de un continente-madre originario de la raza humana, confundiéndose paulatinamente también los límites geográficos de este o estos supuestos continentes, desplazándose Lemuria de su ubicación índica hacia un ensanchamiento nororiental que englobaría la mayor parte del actual océano Pacífico.¿De dónde procede esta designación? Procede de la voz latina lémures, con que se identificaban en la antigua Roma a los espectros, a los espíritus de los difuntos. Fantasmas, sombras, duendes, y, por extensión, a los genios tenidos generalmente por maléficos. Se les dedicaba una fiesta llamada Lemuria —y aquí sí se establece una conexión, para llegar a la cual, la inteligencia cabalística (que trabaja siempre a escala paralela, y no directa) se sirvió de Sclater y de los prosimios citados, con lo cual la aludida gratuidad cobra razón de ser —, que no se celebraba en público, sino únicamente de forma privada, en el seno de cada familia, para honrar a sus muertos. La fiesta de la Lemuria se celebraba en los días 9, 11 y 13 de mayo, no permitiéndose
matrimonios en dichos días, en los que igualmente permanecían cerrados los templos. Eran días de
presencia negativa, que constituían la fiesta de los muertos más antigua de Roma. La lemuria empezaba en cada hogar levantándose el cabeza de familia a medianoche, descalzo y en paños menores y castañeteando los dedos para llamar a los fantasmas o espíritus de sus muertos. Inmediatamente después se purificaba y luego echaba habas negras detrás de sí, al tiempo que decía «por medio de estas habas nos comunicaremos yo y los míos». Luego volvía a purificarse haciendo sonar un vaso de bronce y pronunciando nueve veces la fórmula de conjuración «manes de la familia, salid».Al alejar a los espíritus repiqueteando sobre el vaso de bronce, el romano estaba haciendo lo mismo que hacen aún hoy en día los pohnpeyanos cuando repiquetean con piedras sobre la plancha de basalto para producir un concreto ritmo metálico con el cual alejan a los espíritus negativos para dar inicio a la ceremonia del sakau, que más adelante describiré. Por otra parte, la significación fúnebre del número nueve que figura en la invocación de la celebración de la lemuria romana —que vuelve a aflorar también en el sacrificio llamado novemdiale, con el cual finalizaba el período de los nueve días siguientes, período durante el cual la casa quedaba bajo el dominio de la muerte— aparece también en los antiguos códices mexicanos (mayas, aztecas y mixtecas), en los cuales el número nueve es el que corresponde a todo cuanto sucede en el submundo, y a los acontecimientos subterráneos. El nueve se erige en el delicado comodín cabalístico —lo vimos como símbolo del nacimiento— de la vida y de la muerte: al nacer morimos y nacemos al morir. Es el renacimiento permanente de las propias cenizas.
Esta dualidad está presente en la esencia de Pohnpei: siendo roca sagrada de la nueva tierra, se respira en toda su historia —y aún hoy— un intenso olor a muerte. Por ende, la sensibilidad religiosa de los habitantes de este santuario del supuesto continente desaparecido —Ma, Mu, Lemuria— gira en torno a la presencia y
actuación efectiva de los espíritus de los difuntos: espíritus, espectros y fantasmas de los antepasados
presiden la vida de los actuales habitantes de Pohnpei (¿enclave de Lemuria?). La lemuria está dedicada en
Roma a los espíritus de los difuntos: espíritus, espectros y fantasmas de los antepasados. Ambos ambientes
están presididos por la clave nueve.todo lo apuntado respecto a la araña. Se identificaba con el pulpo y éste guió a Lemuetu. La clave nueve aparecía con la misma indicación del submundo en los códices mexicanos. Y allí, en México, los mayas creían que en épocas remotas sus dioses descendieron del cielo por una telaraña. La araña está representada igualmente en los enigmáticos trazos plasmados sobre el suelo desértico de las llanuras de Nazca, en el Perú, a unos 400 km al sur de Lima, cuyo conjunto es apreciable únicamente desde el aire. También reaparece allí el diseño simplificado del laberinto de Creta —el de la araña— que igualmente conocían los indios hopi como simbolo de la madre tierra.Junto a ello,la representacion de un pro-simio con la cola exageradamente enrollada, característica de los lemúridos. Los hopi afirman proceder del sur de América adonde llegaron procedentes del gran mar que se extiende al Occidente: el Pacífico. De allí afirman proceder igualmente los chimús que se asentaron aquí, en el Perú, en donde se hallan las llanuras de Nazca,
llegados a bordo de pequeñas naves y cuya cultura se confunde con determinados focos culturales mexicanos, lo que también sucedía con los indios hopi. Afirman éstos que nos hallamos en la cuarta Humanidad o mundo. Una característica distingue al lemúrido de Nazca, al igual que a una figura de un ser
indefinible también allí representado: presenta una mano normal, con cinco dedos, pero la otra con solamente cuatro dedos, expresamente distinta. Juntas,suman nueve.Sabia combinación, aquí, a partir de un error deliberado que se repite junto al esquema de la araña-pulpo tanto en Nazca, como en Pohnpei y en Rennes: en los feudos de los reyes del Sol. Así, en Pohnpei, la roca de Sapwalap presenta un petroglifo que reproduce la huella de un pie humano con solamente cuatro dedos. También aparece allí el petroglifo de un pulpo. Al tiempo que otra narración tradicional pohnpeyana apunta hacia la escisión del pulpo en dos series de tentáculos: de acuerdo con esta narración, la canoa inicial arriba a la roca indicada por el pulpo Letakika; la roca es tan alta que su punta llega hasta el cielo: allí se hallaba Tau Katau, que al observar que la canoa había encallado en la base de la roca, partió a ésta en ocho trozos, cuatro de los cuales ascendieron al cielo, mientras que los cuatro restantes salieron volando hacia el Oeste y cayeron al mar; mas la raíz de la roca se halla en Pohnpei: es la cabeza o el hogar del pulpo. El pulpo reaparece en figura que es a la vez araña en una losa sepulcral en Rennes —allí donde los iniciados buscan el oro, o sea el país en el que los rayos del Sol se encierran en un arca de oro—, exactamente debajo de la inscripción-divisa «et in Arcadia ego».
Estamos en el país del arca y del secreto solar. Estamos rozando nuevamente la leyenda de los argonautas
que fueron en busca del vellocino de oro.
LOS CONSTRUCTORES SOLARES
El significado arcaico original del nombre de la isla, Pohnpei, arranca de la misma narración de la búsqueda, hallazgo y colonización por parte de Lemuetu de aquella roca sagrada perdida en el inmenso mar: «sobre la roca», sería su traducción original. Los transmisores del conocimiento amplían el sentido del nombre Pohnpei en «sobre la roca sagrada», circunstancia que los misioneros aprovecharon para amoldar sus propios intereses al ancestro pohnpeyano, o a la inversa, que tantoda,logrando que muchos de los nativos estén convencidos hoy en día de que Pohnpei significa «sobre el altar». El que en la roca original, o debajo de ella, se oculta un conocimiento que atañe a nuestro origen como raza.
Muchísimo tiempo después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas, una de las cuales se establece en la roca que les indicara el pulpo, hacen su aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y
Olosaupa. (Y uno recuerda casi sin querer a Castor y Pólux, a Rómulo y Remo, y, más cerca de Pohnpei, en la India, a los asvins que cita el Yajurveda, aquellos dos físicos que eran gemelos y servían a los dioses
utilizando una máquina voladora). Con Olosipe y Olosaupa comienza el enigma de la ciudad de Nan Matol,
hoy en ruinas, la única ciudad antigua cuyas ruinas pueden visitarse hoy en día en el océano Pacífico,
edificada sobre más de noventa islotes artificiales. La única explicación que los nativos dan, o el único
recuerdo ancestral que ellos conservan, sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a
la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes, que en ocasiones aparecen mencionados
también por los nombres abreviados de Sipe y Saupa. Nadie sabe de dónde vinieron; únicamente está claro
que no habían nacido en la isla, sino que aparecieron de repente un buen día, en Sokehs, al norte de la isla.
Hasta su llegada, los nativos de Pohnpei vivieron en una absoluta ignorancia y en el más anodino primitivismo.
Olosipe y Olosaupa eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Esta descripción tradicional de los mismos, unida a su dominio del
transporte aéreo y a la ubicación marina de la ciudad que construyeron, estrechamente relacionada con las
leyendas que remiten a una ciudad situada debajo de la misma, ya sea bajo tierra o en el fondo marino,
vuelve a conectar a Pohnpei con tierras asiáticas —de donde proceden según muchos investigadores sus
habitantes— y con América, ya que las artes de ambos hermanos son las mismas que para los katchinas
recuerdan los indios hopi, que a su vez afirman proceder de aquí, del océano Pacífico. Así, la epopeya del
Mahábhárata nos habla con lujo de detalles de los arquitectos que poseían fabulosos recursos para la
construcción de aparatos volantes y de ciudades submarinas y subterráneas. También el otro poema indio, el
Ramayana, refiere la aplicación de extraordinarios recursos tecnológicos en una época en que en modo
alguno éstos podían identificarse con los conocimientos humanos. Los más antiguos testimonios literarios
indoarios, los vedas, refieren la existencia de una raza que hubo de buscar cobijo y refugio en cuevas
submarinas. En cuanto a los indios hopi hoy asentados en el estado americano de Arizona, ya vimos que
afirman que en su memoria tribal late el conocimiento de la existencia de unos seres a los que ellos llaman
katchinas, que en épocas remotas poseían artefactos voladores y enseñaron diversas habilidades a los
humanos, entre las cuales cabe destacar el corte y transporte de enormes bloques de piedra, y en relación
con ello, la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas. Todo lo cual aplicaron a su vez los
hermanos Olosipe y Olosaupa en la olvidada isla de Pohnpei. Pero vayamos ya a conocer lo que éstos
fueron a hacer allí.Olosipe y Olosaupa fueron a la vez sacerdotes e ingenieros. Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei; es el que es sagrado para todos y no únicamente venerado por algún grupo particular, como lo son los demás. Voy a extenderme un poco en esta figura de la anguila, por cuanto su adoración y su conexión celeste no es una exclusiva de Pohnpei. En este contexto debe tenerse presente que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que este animal representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. En los confines del
océano Pacífico, al suroeste de Pohnpei, en el extremo noroeste del continente australiano, la cordillera de
Kimberley alberga unas notables pinturas rupestres que se destacan de todas las demás halladas en el quinto
continente. Son de figura antropomorfa, de notable tamaño, y presentan unos rostros blancos desprovistos
de boca. Sus cabezas están rodeadas por uno o dos semicírculos en forma de herradura, con finas líneas que irradia el círculo exterior. Los nativos llaman a estas figuras wandjina y afirman que son las únicas
representaciones rupestres no ejecutadas directamente por sus antepasados.El wandjina es, pues, un personaje divino que trae la prosperidad, sabe transformarse en serpiente y además ascender al cielo para ser visible ahí en forma de luz que se mueve a gran altura. Dios, fructificador, serpiente y cuerpo celeste. Al otro lado del Pacífico, allí adonde arribaron en su éxodo del gran mar los indios hopi, Quetzalcóatl, dios celeste de los toltecas y nahuas (identificado con Gucumatz por los quichés y con Kukulkán por los mayas), creadorde la civilización, quedaba simbolizado por una serpiente con plumas. Era un agente unificador del cosmos.
Quetzalcóatl trajo las semillas fructificadoras más ricas, como el maíz. Trajo también la escritura, el
calendario, las artes y las leyes morales, y... huyó por los aires, fue por el espacio de un lado a otro, se
consumió en las llamas del fuego divino y se convirtió en el planeta Venus. Allí quedó con el nombre
náhuatl de «la estrella que echa humo». Dios, fructificador, serpiente y cuerpo celeste. Al igual que lo
recuerdan los aborígenes australianos. Volvamos ahora a Pohnpei. ¿Qué es lo que instauran los hermanos
Olosipe y Olosaupa?: el culto a la anguila y la divinidad o el espíritu que ésta alberga en su interior.
Instauran además la civilización en la isla: hasta su llegada reinaba en sus moradores la más absoluta
ignorancia. Ellos construyen además la ciudad de Nan Matol y establecen el régimen de gobierno de los sautelurs para la isla de Pohnpei, como en seguida veremos. Y estos constructores de las islas artificiales de Nan Matol, de acuerdo con los relatos iniciáticos de los aborígenes, que hoy son muy difíciles de arrancarles, pero que eran casi de dominio público aún a principios del siglo pasado —tal y como lo documenta el testimonio del viajero Mr. Ong publicado en el Hobart Town Courier, y luego reproducido por el doctor Lhotsky en el New South Wales literary, political and commerciál Advertiser de Sidney en febrero de 1835—, estos constructores de Nan Matol, repito, viven hoy en el cielo.Se reproducen pues las
constantes de Australia y de Mesoamérica: función divina, instauración de una primera civilización u
ordenamiento, regreso y permanencia en las alturas. Todo ello unido, en Australia y en América, a la figura
de la serpiente, que pasa a ser adorada. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente,
cobrando todo su vigor, en su lugar, la de la anguila? Aparentemente, esto desconecta el recuerdo
ancestralmente transmitido de la isla, de los de América. Pero no es así: la anguila es el único animal que el
nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente. Por la sencilla razón de que en Pohnpei —
al igual que en Ibiza en el Mediterráneo— no existen serpientes. Tan sagrada es la imagen de la anguila
para el nativo, que ninguno de ellos consciente de su tradición osará jamás servirse de su carne como
alimento. La imagen de la anguila (= serpiente) está directamente relacionada en la memoria de los nativos
con la aparición del arte de la medicina y con el arte de resucitar muertos, arte inicialmente participado a los
humanos, para luego volverles a cegar este conocimiento por —posiblemente— haber hecho mal uso del
mismo.Diversas tribus siguen convencidas hoy en día en Pohnpei que su origen familiar se remonta a los
hijos humanos que tuvo allí una anguila nacida en el cielo. Éste es por ejemplo el origen familiar tradicional
de la tribu Lazialap.No en vano los Montsap, el grupo de nativos integrado por los jefes y sus consanguíneos, se consideran originariamente hijos del cielo y los jefes en concreto establecen una relación entre ellos y el Sol y la Luna.«En tiempos antiguos había un grupo de gentes que construían una canoa en un lugar llamado Eireka, en el reino de Net. Vaciaron la canoa. El árbol era muy alto y poseía una madera terriblemente dura.
Y todas las hachas de concha que pudieron habilitarse de los arrecifes que rodean Pohnpei fueron
empleadas en su tala. Mas el tronco se resistía a ser abatido; así decidieron hacerse con un hacha de concha
del arrecife de Kiti, la Ki en takopuel; ésta fue lo suficientemente potente y logró hacer caer al árbol. Pero
incluso una vez talado, su trabajo no había concluido aún. Faltaba todavía cortar la copa y la raíz. Cierto día
descendieron del cielo hombres equipados con poderes maravillosos. Se apoderaron de la canoa y se la
llevaron al cielo. Allí terminaron de construirla. Transcurrió mucho tiempo, hasta que un buen día Luk, que
gobierna a mucha gente, quiso pasearse con éstos en la canoa y abandonó el cielo. Así bajaron a tierra seis
de los habitantes del cielo. Se aproximaron a poca distancia de los hombres. Éstos se sorprendieron, ya que
la canoa estaba suspendida en el aire y no tocaba el agua».(Símil: «Y el arca voló por encima del agua»,rezan los textos siríacos apócrifos que hablan del arca de Noé.«No hablaron entre ellos una sola palabra ni subieron a bordo de la canoa. Raptaron a una mujer en Matolenim, la Limeitin Pelakap. Luego cogieron a un hombre llamado Saumanai. Así pues habían raptado a dos personas. Luego los llevaron a ambos al cielo. Los hombres terrestres no lograron ver a nadie, tampoco a la canoa ni nada. Ambas personas terrestres permanecieron así lejos de la Tierra. En tiempos antiguos algunas personas oraron a Luk, otras a Nan Tsapue, puesto que había muchos Luks. Pero el espíritu que salió con la caona del cielo se llamaba Luk en lan. Éste, en tiempos antiguos estaba dotado de las fuerzas más maravillosas; otro era Luk Nan Tsapue, y otro más se llamaba Luk Olopat. Y así eran estos espíritus: Luk en lan era inteligente, listo y dotado de grandes poderes maravillosos, más que Luk Nan Tsapue y Luk Olopat. La gente oraba siempre a Luk en lan, y no permanecían mucho tiempo en la Tierra, ya que Luk los reclamaba. En cuerpos transfigurados, radiantes, ascendieron hacia las alturas; eran muy apreciados, amables y simpáticos, y dotados igualmente de poderes maravillosos. Siempre fueron en todo momento buenos con los hombres terrestres». Esta descripción se acerca tremendamente a la que de los katchinas hacen todavía hoy en día los indios hopi norteamericanos, que —recuerdo una vez más— afirman proceder originalmente de tierras situadas en áreas del actual océano Pacífico.
Habíamos visto ya cómo Luk bajó cierto día del cielo acompañado de seres volantes, para robarles a
los humanos una canoa y secuestrar además a dos personas para llevárselas consigo a las alturas. Veamos,
pues, otro caso de rapto de humanos por parte de la raza voladora, incluyendo nuevamente la apropiación
por parte de éstos de una canoa que acababan de estrenar los entonces habitantes de la isla:
«Había una vez dos hombres, que vivían en Tapan en Matolenim. Cierto día se propusieron construir
una canoa. Pusieron manos a la obra y la construyeron de piedra. Cuando por fin estuvo terminada se
hicieron a la mar y bordearon con ella la isla. Uno de los hombres se llamaba Nan matau en Mor y el otro
Lap en Mor. Mientras ambos navegaban en su canoa, la gente del cielo los observaba y deseaban poseer la
canoa para ellos. Y dado que la gente del cielo era muy numerosa, les quitaron la canoa a los dos
constructores y se la llevaron al cielo. Los hombres de la Tierra ya no volvieron a ver a la canoa, puesto que
los del cielo se la quedaron. La raza de los hombres era en aquella época distinta, estaban más dotados, ya
que eran capaces de transformar la piedra y de efectuar trabajos muy difícies en la misma, pero esta gente
habilidosa ya no existe hoy en Pohnpei. Hoy ya no son como la gente de antes, son distintos, ya que
aquéllos poseían poderes mágicos y eran fuertes». Debo una vez más llamar la atención del lector sobre la
circunstancia de que exactamente esto —la manipulación fantástica de enormes bloques de piedra— es una
de las habilidades que los indios hopi, que afirman proceder de aquí, del Pacífico, dicen que los katchinas
(seres que dominaban el secreto del vuelo) les eneñaron a los humanos. Y ahora otro tipo de seres
voladores, éstos afincados en la Tierra, y comparables lejanamente con la imagen del mono Hanumat
descrito en el Ramayana hindú:
«Hubo en tiempos antiguos en Pohnpei un tipo de seres que se llamaban Lipeponuel. Tenían sus
moradas en las elevadas montañas, en lugares abruptos e idóneos para ellos para poder dominar el mar y
también para poder alzar el vuelo desde allí. Sus moradas eran muy profundas y oscuras, y los hombres no
se atrevían a entrar en ellas. Nuestros antepasados contaban que los Lipeponuel tenían el aspecto de seres
humanos, pero que su piel estaba cubierta de plumas, y que poseían una cola. Eran muy grandes. No tenían
alas, pero sí poseían un poder mágico que les permitía volar. Al volar, tenían el aspecto de un rayo,
surgiendo llamaradas de su boca y de su ano. Producían diversos ruidos y sonidos, pero cuando atacaban al
hombre para matarlo, hablaban como el hombre».
«Hubo una vez un hombre que llegó del occidente y se llamaba Kanekin Zapatan. Junto con él vino
mucha gente que sabían volar. Resulta que allí vivía un jefe que dominaba un territorio que estaba situado en las montañas en los alrededores de Kiti. El lugar se llamaba Meir, y el jefe Kerou'n Meir. Al arribar volando Kanekin Zapatan con su gente, éstos le robaron al jefe sus pertenencias y sobre todo sus muchos plátanos. Cuando llegó el jefe y lo vio, le preguntó a su gente y a su mujer: "¿Por qué estarán comiendo mis muchos plátanos?" Cierto día, el jefe acordó con sus hombres, que eran muy numerosos, que se dispondrían a vigilar quién consumía permanentemente los muchos plátanos. Y cuando volvió a aparecer volando Kanekin Zapatan con su gente y se abalanzaron sobre los plátanos, los hombres del jefe capturaron a Kanekin Zapatan. Luego lo llevaron a la casa. Allí le despojaron de las alas y del cabello. Ahora ya no era capaz de volar y tuvo que quedarse en aquel lugar. El jefe le dio a su hija por mujer. Ésta quedó embarazada poco antes de celebrarse una fiesta sagrada. Por motivo de la cual su gente, que también era numerosa, buscó a Kanekin Zapatan. Escucharon en todas las casas, hasta que percibieron su voz en la del jefe.
Entonces se le acercaron, y susurrando le explicaron a su señor que estaba a punto de celebrarse la sagrada
fiesta en el cielo. A lo que Kanekin Zapatan les contestó: "¿Qué puedo hacer, ahora que ya no puedo salir,
ya que no tengo mis alas ni mi cabello? Id pues y traedme mi cabello y mis alas". Entonces se fueron a casa
y regresaron aún el mismo día. Aparecieron volando y se posaron en una montaña cerca de Meir. Desde allí
lo llamaron. Cuando los oyó, salió rápidamente y corrió hacia ellos. Su mujer salió igualmente para
seguirle, mas él le dijo que regresaría. La mujer sin embargo comenzó a llorar y quiso quedarse junto a él.
Entonces llevó a la mujer consigo, y ambos llegaron a la montaña para reunirse con sus seguidores. Allí le
dieron una medicina, y recuperó su cabello y sus alas. Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó
el nudo. Después todos juntos volaron hacia un lugar más alto. Allí observaron que la mujer estaba a punto
de dar a luz, y así el hombre descendió sobre Anipein, en donde halló a dos mujeres que allí vivían. La
mujer dio a luz y tuvo un niño. El hombre le dio el nombre de Luk. Y les dio a las dos mujeres el encargo
de criar y educar al niño, ya que ellos dos proseguirían viaje. Se trasladaron al cielo. Las dos mujeres se
llevaron al niño consigo y se fueron a Matolenim, en donde lo criaron. El niño poseía grandes artes
mágicas; realizó numerosos actos maravillosos para Sau Telur. Pero a las dos mujeres no les gustaba que
realizase pruebas mágicas, ya que éstas les daban miedo. Por ello el niño se encolerizó con las dos mujeres.
Y un buen día avivó el fuego considerablemente, de forma que se produjo una densa columna de humo,
después de lo cual tomó su tambor, se sentó encima de él y saltó en medio del humo, marchó volando y
llegó a un lugar llamado Nilanpa. Allí halló a toda la gente reunida celebrando una gran fiesta. Y cuando el
muchacho se dirigió a la multitud, les habló, tomó su tambor y se puso a redoblarlo acompañando a los
cantos, de modo que todos acabaron escuchando el tambor. Y tembló el lugar y todos los sepulcros y
quienes estaban enterrados en ellos. Se trasladó también al lugar que pertenecía a su padre y a su madre; se
quedó en el lugar llamado Nalanpaune. Y cuando apareció junto a su madre, ésta no se fijó en él, ya que no
sabía que su hijo ya había crecido tanto. El niño le preguntó a su madre: "¿Dónde está tu marido?" La mujer
contestó: "No está aquí". Entonces el muchacho le ordenó que marchara y le dijera a su marido que
acudiera. La mujer marchó y le dijo a su marido que acudiera para ver a un muchacho que se le había
presentado, pero al que no conocía. Hombre y mujer regresaron pues juntos. Al llegar no se inmutaron, ya
que no reconocieron al muchacho. Entonces éste se dirigió a ambos: "¿Por qué no decís nada?" A lo que
ellos contestaron: "Señor, no os conocemos". El muchacho les dijo pues: "¿Cómo es que no me reconocéis?
Si soy vuestro hijo; vosotros me engendrasteis en la Tierra". Ambos se sorprendieron mucho y abrazaron al
muchacho. Luego lloraron por haber estado tanto tiempo separados. Se quedó durante mucho tiempo con
ellos y luego regresó a la Tierra y se estableció en un lugar llamado Tsakirenlan, junto a la costa. Sabía
caminar sobre el mar y subió a tierra en una isla llamada Ros. Se dirigió entonces al Kerou'n Meir y su
mujer, se quedó durante mucho tiempo con ellos y pensó igualmente ir a visitar a las dos mujeres que le
habían criado desde pequeño. Para ello se desplazó a Matolenim, pero ambas habían muerto ya. Buscó sus
huesos y los reunió. Luego los enterró y volvió a ascender al cielo y no permaneció ya más en la Tierra.
Este hombre se llamaba Luk. En todo tiempo los pohnpeyanos lo apreciaron mucho, ya que desde pequeñito hasta que fue adulto realizó muchos actos milagrosos». El primer comentario que esta narración merece es el relativo al detalle de que Kanekin Zapatan era incapaz de volar sin sus alas ni —curioso detalle— su cabello. Leyendo el texto atentamente, se observa que las alas simbolizan un aparato de vuelo autónomo (individual: sus compañeros le van a buscar uno para él) y que el cabello es el único símil que los
observadores isleños hallaron para lo que parece ser algún tipo de escafandra. Ya que una vez que Kanekin
Zapatan se pone sus cabellos y dispone de su aparato volante, puede elevarse en el aire. La narración dice
literamente: «Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó el nudo» —lo cual es una descripción
suficientemente gráfica. Luego, cuando Luk provoca una fuerte humareda para ascender en la misma sobre
su tambor hacia las alturas, pasaje confirmado en otra narración pohnpeyana (la narración de Nan ongelap,
la mujer en el cielo) en que se dice que «encendieron un gran fuego, y cuando el humo ascendió hacia el
cielo saltaron en medio de él con sus hijos, y el humo volvió a subirlos hacia el cielo», uno no puede dejar
de pensar en Centroamérica —enclave que repetidamente ha saltado a estas páginas relacionado con nuestra isla—. Quetzalcóatl (Gucumatz, Kukulkán), después de concluida su labor educativa en la Tierra, huyó por los aires, fue por el espacio de un lado a otro, se consumió en las llamas del «fuego divino» y se convirtió en el planeta Venus. Allí quedó con el nombre náhuatl de «la estrella que echa humo». Ruego al lector que asocie estas imágenes con las de cualquier lanzamiento tripulado por astronautas en nuestros días, explicado por un primitivo que no tenga nociones —ni la más remota— de la moderna tecnología. También en el ya citado poema indio del Ramayana aparecen imágenes parecidas. El detalle adicional de que a los hombres volantes les urge partir, por lo cual en un solo día regresan con los elementos de vuelo autónomo precisos para la huida de Kanekin Zapatan, parece convertir la fiesta celeste de que hablan en un alejamiento del lugar de una supuesta nave-madre a la que deben regresar de inmediato porque está próximo el momento de su partida de la isla. Una situación lejanamente parecida a aquella en que los emisarios voladores urgen en los textos bíblicos a Lot y su familia para que abandonen su hogar ante la inminente e inaplazable destrucción de Sodoma y Gomorra.Finalmente, es notable constatar que también Luk «sabía caminar sobre el mar». Hay milagros que se repiten sospechosamente.
Vemos que lo conexion de el Sur ,Norte,Este y Oeste del planeta es evidente.Ahi lo dejamos de momento hasta una nueva entrega.
agricultores de la actual Arizona. Así, por ejemplo, los zuñí, cuyos templos son cámaras ceremoniales subterráneas,conservan el culto de la serpiente emplumada como deidad celeste (circunstancia que se repite
relativamente en la tradición pohnpeyana en la figura de la anguila sagrada), lo que indica el origen
mexicano de ciertos elementos de su religión (dedico bastante tinta a Quetzalcóatl —Kukulkán, Gucumatz
—, que fue serpiente emplumada y voladora.Los mismos zuñí rinden culto igualmente a los katchinas, para ellos mensajeros o intermediarios entre las deidades del cielo y el ser humano. Con lo cual se identifican prácticamente con los seres —emisarios, mensajeros— que en los textos bíblicos figuran bajo el concepto distorsionado de ángeles.Otro dato curioso es que este grupo de indios pueblos practican el arte de la pintura en seco, de arena o de polen, frente a sus altares, para las ceremonias religiosas. El origen de este arte es desconocido, pero es practicado igualmente en el Tíbet y entre algunas tribus de Australia. Tíbet, Australia, América. El coronel Churchward tal vez no iba tan desencaminado. En Asia central miran hacia el Este, hacia el Pacífico, al hablar de la patria original. En América hacen lo contrario, miran hacia el Oeste. O sea, igualmente hacia el Pacífico.Con ello desembocamos en el tema del supuesto continente hundido bajo las aguas del gran mar: Mu, Lemuria.
Captó la síntesis de la idea perfectamente el lingüista Damián G. Sohl, director de Educación del estado de Pohnpei, durante nuestra charla en su despacho del PICS High School en las afueras de Colonia. El nombre de la mujer que se convirtió en la primera madre de Pohnpei,Lemuetu, hace clara referencia a la supuesta madre patria, Lemuria. Descabellado a primera vista, por cuanto el nombre de Lemuria viene por otro lado: hace referencia a los lemúridos, mamíferos del orden de los prosimios que viven en algunas regiones del Sur Asia, en Malasia. Para explicar su aparición en lugares tan distantes, separados entre sí por un gran océano,
P. L. Sclater argumentó a mediados del siglo pasado —en una deducción a mi modo de entender
absolutamente gratuita— que debía de haber existido en épocas remotas un continente en esta zona, que
comunicaba por tierra a esta familia de animales. Sería el continente por este motivo llamado Lemuria,
concepto que luego se confundiría con el de Mu o Ma, radical que ya enlaza mucho más claramente con el supuesto de un continente-madre originario de la raza humana, confundiéndose paulatinamente también los límites geográficos de este o estos supuestos continentes, desplazándose Lemuria de su ubicación índica hacia un ensanchamiento nororiental que englobaría la mayor parte del actual océano Pacífico.¿De dónde procede esta designación? Procede de la voz latina lémures, con que se identificaban en la antigua Roma a los espectros, a los espíritus de los difuntos. Fantasmas, sombras, duendes, y, por extensión, a los genios tenidos generalmente por maléficos. Se les dedicaba una fiesta llamada Lemuria —y aquí sí se establece una conexión, para llegar a la cual, la inteligencia cabalística (que trabaja siempre a escala paralela, y no directa) se sirvió de Sclater y de los prosimios citados, con lo cual la aludida gratuidad cobra razón de ser —, que no se celebraba en público, sino únicamente de forma privada, en el seno de cada familia, para honrar a sus muertos. La fiesta de la Lemuria se celebraba en los días 9, 11 y 13 de mayo, no permitiéndose
matrimonios en dichos días, en los que igualmente permanecían cerrados los templos. Eran días de
presencia negativa, que constituían la fiesta de los muertos más antigua de Roma. La lemuria empezaba en cada hogar levantándose el cabeza de familia a medianoche, descalzo y en paños menores y castañeteando los dedos para llamar a los fantasmas o espíritus de sus muertos. Inmediatamente después se purificaba y luego echaba habas negras detrás de sí, al tiempo que decía «por medio de estas habas nos comunicaremos yo y los míos». Luego volvía a purificarse haciendo sonar un vaso de bronce y pronunciando nueve veces la fórmula de conjuración «manes de la familia, salid».Al alejar a los espíritus repiqueteando sobre el vaso de bronce, el romano estaba haciendo lo mismo que hacen aún hoy en día los pohnpeyanos cuando repiquetean con piedras sobre la plancha de basalto para producir un concreto ritmo metálico con el cual alejan a los espíritus negativos para dar inicio a la ceremonia del sakau, que más adelante describiré. Por otra parte, la significación fúnebre del número nueve que figura en la invocación de la celebración de la lemuria romana —que vuelve a aflorar también en el sacrificio llamado novemdiale, con el cual finalizaba el período de los nueve días siguientes, período durante el cual la casa quedaba bajo el dominio de la muerte— aparece también en los antiguos códices mexicanos (mayas, aztecas y mixtecas), en los cuales el número nueve es el que corresponde a todo cuanto sucede en el submundo, y a los acontecimientos subterráneos. El nueve se erige en el delicado comodín cabalístico —lo vimos como símbolo del nacimiento— de la vida y de la muerte: al nacer morimos y nacemos al morir. Es el renacimiento permanente de las propias cenizas.
Esta dualidad está presente en la esencia de Pohnpei: siendo roca sagrada de la nueva tierra, se respira en toda su historia —y aún hoy— un intenso olor a muerte. Por ende, la sensibilidad religiosa de los habitantes de este santuario del supuesto continente desaparecido —Ma, Mu, Lemuria— gira en torno a la presencia y
actuación efectiva de los espíritus de los difuntos: espíritus, espectros y fantasmas de los antepasados
presiden la vida de los actuales habitantes de Pohnpei (¿enclave de Lemuria?). La lemuria está dedicada en
Roma a los espíritus de los difuntos: espíritus, espectros y fantasmas de los antepasados. Ambos ambientes
están presididos por la clave nueve.todo lo apuntado respecto a la araña. Se identificaba con el pulpo y éste guió a Lemuetu. La clave nueve aparecía con la misma indicación del submundo en los códices mexicanos. Y allí, en México, los mayas creían que en épocas remotas sus dioses descendieron del cielo por una telaraña. La araña está representada igualmente en los enigmáticos trazos plasmados sobre el suelo desértico de las llanuras de Nazca, en el Perú, a unos 400 km al sur de Lima, cuyo conjunto es apreciable únicamente desde el aire. También reaparece allí el diseño simplificado del laberinto de Creta —el de la araña— que igualmente conocían los indios hopi como simbolo de la madre tierra.Junto a ello,la representacion de un pro-simio con la cola exageradamente enrollada, característica de los lemúridos. Los hopi afirman proceder del sur de América adonde llegaron procedentes del gran mar que se extiende al Occidente: el Pacífico. De allí afirman proceder igualmente los chimús que se asentaron aquí, en el Perú, en donde se hallan las llanuras de Nazca,
llegados a bordo de pequeñas naves y cuya cultura se confunde con determinados focos culturales mexicanos, lo que también sucedía con los indios hopi. Afirman éstos que nos hallamos en la cuarta Humanidad o mundo. Una característica distingue al lemúrido de Nazca, al igual que a una figura de un ser
indefinible también allí representado: presenta una mano normal, con cinco dedos, pero la otra con solamente cuatro dedos, expresamente distinta. Juntas,suman nueve.Sabia combinación, aquí, a partir de un error deliberado que se repite junto al esquema de la araña-pulpo tanto en Nazca, como en Pohnpei y en Rennes: en los feudos de los reyes del Sol. Así, en Pohnpei, la roca de Sapwalap presenta un petroglifo que reproduce la huella de un pie humano con solamente cuatro dedos. También aparece allí el petroglifo de un pulpo. Al tiempo que otra narración tradicional pohnpeyana apunta hacia la escisión del pulpo en dos series de tentáculos: de acuerdo con esta narración, la canoa inicial arriba a la roca indicada por el pulpo Letakika; la roca es tan alta que su punta llega hasta el cielo: allí se hallaba Tau Katau, que al observar que la canoa había encallado en la base de la roca, partió a ésta en ocho trozos, cuatro de los cuales ascendieron al cielo, mientras que los cuatro restantes salieron volando hacia el Oeste y cayeron al mar; mas la raíz de la roca se halla en Pohnpei: es la cabeza o el hogar del pulpo. El pulpo reaparece en figura que es a la vez araña en una losa sepulcral en Rennes —allí donde los iniciados buscan el oro, o sea el país en el que los rayos del Sol se encierran en un arca de oro—, exactamente debajo de la inscripción-divisa «et in Arcadia ego».
Estamos en el país del arca y del secreto solar. Estamos rozando nuevamente la leyenda de los argonautas
que fueron en busca del vellocino de oro.
LOS CONSTRUCTORES SOLARES
El significado arcaico original del nombre de la isla, Pohnpei, arranca de la misma narración de la búsqueda, hallazgo y colonización por parte de Lemuetu de aquella roca sagrada perdida en el inmenso mar: «sobre la roca», sería su traducción original. Los transmisores del conocimiento amplían el sentido del nombre Pohnpei en «sobre la roca sagrada», circunstancia que los misioneros aprovecharon para amoldar sus propios intereses al ancestro pohnpeyano, o a la inversa, que tantoda,logrando que muchos de los nativos estén convencidos hoy en día de que Pohnpei significa «sobre el altar». El que en la roca original, o debajo de ella, se oculta un conocimiento que atañe a nuestro origen como raza.
Muchísimo tiempo después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas, una de las cuales se establece en la roca que les indicara el pulpo, hacen su aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y
Olosaupa. (Y uno recuerda casi sin querer a Castor y Pólux, a Rómulo y Remo, y, más cerca de Pohnpei, en la India, a los asvins que cita el Yajurveda, aquellos dos físicos que eran gemelos y servían a los dioses
utilizando una máquina voladora). Con Olosipe y Olosaupa comienza el enigma de la ciudad de Nan Matol,
hoy en ruinas, la única ciudad antigua cuyas ruinas pueden visitarse hoy en día en el océano Pacífico,
edificada sobre más de noventa islotes artificiales. La única explicación que los nativos dan, o el único
recuerdo ancestral que ellos conservan, sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a
la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes, que en ocasiones aparecen mencionados
también por los nombres abreviados de Sipe y Saupa. Nadie sabe de dónde vinieron; únicamente está claro
que no habían nacido en la isla, sino que aparecieron de repente un buen día, en Sokehs, al norte de la isla.
Hasta su llegada, los nativos de Pohnpei vivieron en una absoluta ignorancia y en el más anodino primitivismo.
Olosipe y Olosaupa eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Esta descripción tradicional de los mismos, unida a su dominio del
transporte aéreo y a la ubicación marina de la ciudad que construyeron, estrechamente relacionada con las
leyendas que remiten a una ciudad situada debajo de la misma, ya sea bajo tierra o en el fondo marino,
vuelve a conectar a Pohnpei con tierras asiáticas —de donde proceden según muchos investigadores sus
habitantes— y con América, ya que las artes de ambos hermanos son las mismas que para los katchinas
recuerdan los indios hopi, que a su vez afirman proceder de aquí, del océano Pacífico. Así, la epopeya del
Mahábhárata nos habla con lujo de detalles de los arquitectos que poseían fabulosos recursos para la
construcción de aparatos volantes y de ciudades submarinas y subterráneas. También el otro poema indio, el
Ramayana, refiere la aplicación de extraordinarios recursos tecnológicos en una época en que en modo
alguno éstos podían identificarse con los conocimientos humanos. Los más antiguos testimonios literarios
indoarios, los vedas, refieren la existencia de una raza que hubo de buscar cobijo y refugio en cuevas
submarinas. En cuanto a los indios hopi hoy asentados en el estado americano de Arizona, ya vimos que
afirman que en su memoria tribal late el conocimiento de la existencia de unos seres a los que ellos llaman
katchinas, que en épocas remotas poseían artefactos voladores y enseñaron diversas habilidades a los
humanos, entre las cuales cabe destacar el corte y transporte de enormes bloques de piedra, y en relación
con ello, la construcción de túneles y de instalaciones subterráneas. Todo lo cual aplicaron a su vez los
hermanos Olosipe y Olosaupa en la olvidada isla de Pohnpei. Pero vayamos ya a conocer lo que éstos
fueron a hacer allí.Olosipe y Olosaupa fueron a la vez sacerdotes e ingenieros. Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei; es el que es sagrado para todos y no únicamente venerado por algún grupo particular, como lo son los demás. Voy a extenderme un poco en esta figura de la anguila, por cuanto su adoración y su conexión celeste no es una exclusiva de Pohnpei. En este contexto debe tenerse presente que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que este animal representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. En los confines del
océano Pacífico, al suroeste de Pohnpei, en el extremo noroeste del continente australiano, la cordillera de
Kimberley alberga unas notables pinturas rupestres que se destacan de todas las demás halladas en el quinto
continente. Son de figura antropomorfa, de notable tamaño, y presentan unos rostros blancos desprovistos
de boca. Sus cabezas están rodeadas por uno o dos semicírculos en forma de herradura, con finas líneas que irradia el círculo exterior. Los nativos llaman a estas figuras wandjina y afirman que son las únicas
representaciones rupestres no ejecutadas directamente por sus antepasados.El wandjina es, pues, un personaje divino que trae la prosperidad, sabe transformarse en serpiente y además ascender al cielo para ser visible ahí en forma de luz que se mueve a gran altura. Dios, fructificador, serpiente y cuerpo celeste. Al otro lado del Pacífico, allí adonde arribaron en su éxodo del gran mar los indios hopi, Quetzalcóatl, dios celeste de los toltecas y nahuas (identificado con Gucumatz por los quichés y con Kukulkán por los mayas), creadorde la civilización, quedaba simbolizado por una serpiente con plumas. Era un agente unificador del cosmos.
Quetzalcóatl trajo las semillas fructificadoras más ricas, como el maíz. Trajo también la escritura, el
calendario, las artes y las leyes morales, y... huyó por los aires, fue por el espacio de un lado a otro, se
consumió en las llamas del fuego divino y se convirtió en el planeta Venus. Allí quedó con el nombre
náhuatl de «la estrella que echa humo». Dios, fructificador, serpiente y cuerpo celeste. Al igual que lo
recuerdan los aborígenes australianos. Volvamos ahora a Pohnpei. ¿Qué es lo que instauran los hermanos
Olosipe y Olosaupa?: el culto a la anguila y la divinidad o el espíritu que ésta alberga en su interior.
Instauran además la civilización en la isla: hasta su llegada reinaba en sus moradores la más absoluta
ignorancia. Ellos construyen además la ciudad de Nan Matol y establecen el régimen de gobierno de los sautelurs para la isla de Pohnpei, como en seguida veremos. Y estos constructores de las islas artificiales de Nan Matol, de acuerdo con los relatos iniciáticos de los aborígenes, que hoy son muy difíciles de arrancarles, pero que eran casi de dominio público aún a principios del siglo pasado —tal y como lo documenta el testimonio del viajero Mr. Ong publicado en el Hobart Town Courier, y luego reproducido por el doctor Lhotsky en el New South Wales literary, political and commerciál Advertiser de Sidney en febrero de 1835—, estos constructores de Nan Matol, repito, viven hoy en el cielo.Se reproducen pues las
constantes de Australia y de Mesoamérica: función divina, instauración de una primera civilización u
ordenamiento, regreso y permanencia en las alturas. Todo ello unido, en Australia y en América, a la figura
de la serpiente, que pasa a ser adorada. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente,
cobrando todo su vigor, en su lugar, la de la anguila? Aparentemente, esto desconecta el recuerdo
ancestralmente transmitido de la isla, de los de América. Pero no es así: la anguila es el único animal que el
nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente. Por la sencilla razón de que en Pohnpei —
al igual que en Ibiza en el Mediterráneo— no existen serpientes. Tan sagrada es la imagen de la anguila
para el nativo, que ninguno de ellos consciente de su tradición osará jamás servirse de su carne como
alimento. La imagen de la anguila (= serpiente) está directamente relacionada en la memoria de los nativos
con la aparición del arte de la medicina y con el arte de resucitar muertos, arte inicialmente participado a los
humanos, para luego volverles a cegar este conocimiento por —posiblemente— haber hecho mal uso del
mismo.Diversas tribus siguen convencidas hoy en día en Pohnpei que su origen familiar se remonta a los
hijos humanos que tuvo allí una anguila nacida en el cielo. Éste es por ejemplo el origen familiar tradicional
de la tribu Lazialap.No en vano los Montsap, el grupo de nativos integrado por los jefes y sus consanguíneos, se consideran originariamente hijos del cielo y los jefes en concreto establecen una relación entre ellos y el Sol y la Luna.«En tiempos antiguos había un grupo de gentes que construían una canoa en un lugar llamado Eireka, en el reino de Net. Vaciaron la canoa. El árbol era muy alto y poseía una madera terriblemente dura.
Y todas las hachas de concha que pudieron habilitarse de los arrecifes que rodean Pohnpei fueron
empleadas en su tala. Mas el tronco se resistía a ser abatido; así decidieron hacerse con un hacha de concha
del arrecife de Kiti, la Ki en takopuel; ésta fue lo suficientemente potente y logró hacer caer al árbol. Pero
incluso una vez talado, su trabajo no había concluido aún. Faltaba todavía cortar la copa y la raíz. Cierto día
descendieron del cielo hombres equipados con poderes maravillosos. Se apoderaron de la canoa y se la
llevaron al cielo. Allí terminaron de construirla. Transcurrió mucho tiempo, hasta que un buen día Luk, que
gobierna a mucha gente, quiso pasearse con éstos en la canoa y abandonó el cielo. Así bajaron a tierra seis
de los habitantes del cielo. Se aproximaron a poca distancia de los hombres. Éstos se sorprendieron, ya que
la canoa estaba suspendida en el aire y no tocaba el agua».(Símil: «Y el arca voló por encima del agua»,rezan los textos siríacos apócrifos que hablan del arca de Noé.«No hablaron entre ellos una sola palabra ni subieron a bordo de la canoa. Raptaron a una mujer en Matolenim, la Limeitin Pelakap. Luego cogieron a un hombre llamado Saumanai. Así pues habían raptado a dos personas. Luego los llevaron a ambos al cielo. Los hombres terrestres no lograron ver a nadie, tampoco a la canoa ni nada. Ambas personas terrestres permanecieron así lejos de la Tierra. En tiempos antiguos algunas personas oraron a Luk, otras a Nan Tsapue, puesto que había muchos Luks. Pero el espíritu que salió con la caona del cielo se llamaba Luk en lan. Éste, en tiempos antiguos estaba dotado de las fuerzas más maravillosas; otro era Luk Nan Tsapue, y otro más se llamaba Luk Olopat. Y así eran estos espíritus: Luk en lan era inteligente, listo y dotado de grandes poderes maravillosos, más que Luk Nan Tsapue y Luk Olopat. La gente oraba siempre a Luk en lan, y no permanecían mucho tiempo en la Tierra, ya que Luk los reclamaba. En cuerpos transfigurados, radiantes, ascendieron hacia las alturas; eran muy apreciados, amables y simpáticos, y dotados igualmente de poderes maravillosos. Siempre fueron en todo momento buenos con los hombres terrestres». Esta descripción se acerca tremendamente a la que de los katchinas hacen todavía hoy en día los indios hopi norteamericanos, que —recuerdo una vez más— afirman proceder originalmente de tierras situadas en áreas del actual océano Pacífico.
Habíamos visto ya cómo Luk bajó cierto día del cielo acompañado de seres volantes, para robarles a
los humanos una canoa y secuestrar además a dos personas para llevárselas consigo a las alturas. Veamos,
pues, otro caso de rapto de humanos por parte de la raza voladora, incluyendo nuevamente la apropiación
por parte de éstos de una canoa que acababan de estrenar los entonces habitantes de la isla:
«Había una vez dos hombres, que vivían en Tapan en Matolenim. Cierto día se propusieron construir
una canoa. Pusieron manos a la obra y la construyeron de piedra. Cuando por fin estuvo terminada se
hicieron a la mar y bordearon con ella la isla. Uno de los hombres se llamaba Nan matau en Mor y el otro
Lap en Mor. Mientras ambos navegaban en su canoa, la gente del cielo los observaba y deseaban poseer la
canoa para ellos. Y dado que la gente del cielo era muy numerosa, les quitaron la canoa a los dos
constructores y se la llevaron al cielo. Los hombres de la Tierra ya no volvieron a ver a la canoa, puesto que
los del cielo se la quedaron. La raza de los hombres era en aquella época distinta, estaban más dotados, ya
que eran capaces de transformar la piedra y de efectuar trabajos muy difícies en la misma, pero esta gente
habilidosa ya no existe hoy en Pohnpei. Hoy ya no son como la gente de antes, son distintos, ya que
aquéllos poseían poderes mágicos y eran fuertes». Debo una vez más llamar la atención del lector sobre la
circunstancia de que exactamente esto —la manipulación fantástica de enormes bloques de piedra— es una
de las habilidades que los indios hopi, que afirman proceder de aquí, del Pacífico, dicen que los katchinas
(seres que dominaban el secreto del vuelo) les eneñaron a los humanos. Y ahora otro tipo de seres
voladores, éstos afincados en la Tierra, y comparables lejanamente con la imagen del mono Hanumat
descrito en el Ramayana hindú:
«Hubo en tiempos antiguos en Pohnpei un tipo de seres que se llamaban Lipeponuel. Tenían sus
moradas en las elevadas montañas, en lugares abruptos e idóneos para ellos para poder dominar el mar y
también para poder alzar el vuelo desde allí. Sus moradas eran muy profundas y oscuras, y los hombres no
se atrevían a entrar en ellas. Nuestros antepasados contaban que los Lipeponuel tenían el aspecto de seres
humanos, pero que su piel estaba cubierta de plumas, y que poseían una cola. Eran muy grandes. No tenían
alas, pero sí poseían un poder mágico que les permitía volar. Al volar, tenían el aspecto de un rayo,
surgiendo llamaradas de su boca y de su ano. Producían diversos ruidos y sonidos, pero cuando atacaban al
hombre para matarlo, hablaban como el hombre».
«Hubo una vez un hombre que llegó del occidente y se llamaba Kanekin Zapatan. Junto con él vino
mucha gente que sabían volar. Resulta que allí vivía un jefe que dominaba un territorio que estaba situado en las montañas en los alrededores de Kiti. El lugar se llamaba Meir, y el jefe Kerou'n Meir. Al arribar volando Kanekin Zapatan con su gente, éstos le robaron al jefe sus pertenencias y sobre todo sus muchos plátanos. Cuando llegó el jefe y lo vio, le preguntó a su gente y a su mujer: "¿Por qué estarán comiendo mis muchos plátanos?" Cierto día, el jefe acordó con sus hombres, que eran muy numerosos, que se dispondrían a vigilar quién consumía permanentemente los muchos plátanos. Y cuando volvió a aparecer volando Kanekin Zapatan con su gente y se abalanzaron sobre los plátanos, los hombres del jefe capturaron a Kanekin Zapatan. Luego lo llevaron a la casa. Allí le despojaron de las alas y del cabello. Ahora ya no era capaz de volar y tuvo que quedarse en aquel lugar. El jefe le dio a su hija por mujer. Ésta quedó embarazada poco antes de celebrarse una fiesta sagrada. Por motivo de la cual su gente, que también era numerosa, buscó a Kanekin Zapatan. Escucharon en todas las casas, hasta que percibieron su voz en la del jefe.
Entonces se le acercaron, y susurrando le explicaron a su señor que estaba a punto de celebrarse la sagrada
fiesta en el cielo. A lo que Kanekin Zapatan les contestó: "¿Qué puedo hacer, ahora que ya no puedo salir,
ya que no tengo mis alas ni mi cabello? Id pues y traedme mi cabello y mis alas". Entonces se fueron a casa
y regresaron aún el mismo día. Aparecieron volando y se posaron en una montaña cerca de Meir. Desde allí
lo llamaron. Cuando los oyó, salió rápidamente y corrió hacia ellos. Su mujer salió igualmente para
seguirle, mas él le dijo que regresaría. La mujer sin embargo comenzó a llorar y quiso quedarse junto a él.
Entonces llevó a la mujer consigo, y ambos llegaron a la montaña para reunirse con sus seguidores. Allí le
dieron una medicina, y recuperó su cabello y sus alas. Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó
el nudo. Después todos juntos volaron hacia un lugar más alto. Allí observaron que la mujer estaba a punto
de dar a luz, y así el hombre descendió sobre Anipein, en donde halló a dos mujeres que allí vivían. La
mujer dio a luz y tuvo un niño. El hombre le dio el nombre de Luk. Y les dio a las dos mujeres el encargo
de criar y educar al niño, ya que ellos dos proseguirían viaje. Se trasladaron al cielo. Las dos mujeres se
llevaron al niño consigo y se fueron a Matolenim, en donde lo criaron. El niño poseía grandes artes
mágicas; realizó numerosos actos maravillosos para Sau Telur. Pero a las dos mujeres no les gustaba que
realizase pruebas mágicas, ya que éstas les daban miedo. Por ello el niño se encolerizó con las dos mujeres.
Y un buen día avivó el fuego considerablemente, de forma que se produjo una densa columna de humo,
después de lo cual tomó su tambor, se sentó encima de él y saltó en medio del humo, marchó volando y
llegó a un lugar llamado Nilanpa. Allí halló a toda la gente reunida celebrando una gran fiesta. Y cuando el
muchacho se dirigió a la multitud, les habló, tomó su tambor y se puso a redoblarlo acompañando a los
cantos, de modo que todos acabaron escuchando el tambor. Y tembló el lugar y todos los sepulcros y
quienes estaban enterrados en ellos. Se trasladó también al lugar que pertenecía a su padre y a su madre; se
quedó en el lugar llamado Nalanpaune. Y cuando apareció junto a su madre, ésta no se fijó en él, ya que no
sabía que su hijo ya había crecido tanto. El niño le preguntó a su madre: "¿Dónde está tu marido?" La mujer
contestó: "No está aquí". Entonces el muchacho le ordenó que marchara y le dijera a su marido que
acudiera. La mujer marchó y le dijo a su marido que acudiera para ver a un muchacho que se le había
presentado, pero al que no conocía. Hombre y mujer regresaron pues juntos. Al llegar no se inmutaron, ya
que no reconocieron al muchacho. Entonces éste se dirigió a ambos: "¿Por qué no decís nada?" A lo que
ellos contestaron: "Señor, no os conocemos". El muchacho les dijo pues: "¿Cómo es que no me reconocéis?
Si soy vuestro hijo; vosotros me engendrasteis en la Tierra". Ambos se sorprendieron mucho y abrazaron al
muchacho. Luego lloraron por haber estado tanto tiempo separados. Se quedó durante mucho tiempo con
ellos y luego regresó a la Tierra y se estableció en un lugar llamado Tsakirenlan, junto a la costa. Sabía
caminar sobre el mar y subió a tierra en una isla llamada Ros. Se dirigió entonces al Kerou'n Meir y su
mujer, se quedó durante mucho tiempo con ellos y pensó igualmente ir a visitar a las dos mujeres que le
habían criado desde pequeño. Para ello se desplazó a Matolenim, pero ambas habían muerto ya. Buscó sus
huesos y los reunió. Luego los enterró y volvió a ascender al cielo y no permaneció ya más en la Tierra.
Este hombre se llamaba Luk. En todo tiempo los pohnpeyanos lo apreciaron mucho, ya que desde pequeñito hasta que fue adulto realizó muchos actos milagrosos». El primer comentario que esta narración merece es el relativo al detalle de que Kanekin Zapatan era incapaz de volar sin sus alas ni —curioso detalle— su cabello. Leyendo el texto atentamente, se observa que las alas simbolizan un aparato de vuelo autónomo (individual: sus compañeros le van a buscar uno para él) y que el cabello es el único símil que los
observadores isleños hallaron para lo que parece ser algún tipo de escafandra. Ya que una vez que Kanekin
Zapatan se pone sus cabellos y dispone de su aparato volante, puede elevarse en el aire. La narración dice
literamente: «Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó el nudo» —lo cual es una descripción
suficientemente gráfica. Luego, cuando Luk provoca una fuerte humareda para ascender en la misma sobre
su tambor hacia las alturas, pasaje confirmado en otra narración pohnpeyana (la narración de Nan ongelap,
la mujer en el cielo) en que se dice que «encendieron un gran fuego, y cuando el humo ascendió hacia el
cielo saltaron en medio de él con sus hijos, y el humo volvió a subirlos hacia el cielo», uno no puede dejar
de pensar en Centroamérica —enclave que repetidamente ha saltado a estas páginas relacionado con nuestra isla—. Quetzalcóatl (Gucumatz, Kukulkán), después de concluida su labor educativa en la Tierra, huyó por los aires, fue por el espacio de un lado a otro, se consumió en las llamas del «fuego divino» y se convirtió en el planeta Venus. Allí quedó con el nombre náhuatl de «la estrella que echa humo». Ruego al lector que asocie estas imágenes con las de cualquier lanzamiento tripulado por astronautas en nuestros días, explicado por un primitivo que no tenga nociones —ni la más remota— de la moderna tecnología. También en el ya citado poema indio del Ramayana aparecen imágenes parecidas. El detalle adicional de que a los hombres volantes les urge partir, por lo cual en un solo día regresan con los elementos de vuelo autónomo precisos para la huida de Kanekin Zapatan, parece convertir la fiesta celeste de que hablan en un alejamiento del lugar de una supuesta nave-madre a la que deben regresar de inmediato porque está próximo el momento de su partida de la isla. Una situación lejanamente parecida a aquella en que los emisarios voladores urgen en los textos bíblicos a Lot y su familia para que abandonen su hogar ante la inminente e inaplazable destrucción de Sodoma y Gomorra.Finalmente, es notable constatar que también Luk «sabía caminar sobre el mar». Hay milagros que se repiten sospechosamente.
Vemos que lo conexion de el Sur ,Norte,Este y Oeste del planeta es evidente.Ahi lo dejamos de momento hasta una nueva entrega.
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