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miércoles, 12 de marzo de 2014

EL ENGAÑO DEL KARMA 2


             
                  EL ENGAÑO DEL KARMA  2

La palabra sánscrita karma significa simplemente "acción", pero más exactamente "activación", el modo en que una acción conduce a otra en una reacción en cadena, en que cada acto en la cadena activa al siguiente.

El hinduísmo y el budismo se refieren a la "ley del karma" como si fuese una fórmula obligatoria de alguna manera implementada por autoridades cósmicas, o quizás debido a una cerrada repetición de intercambios de energía en el universo.

De acuerdo a la definición habitual, la ley del karma asegura que cada acto retornará finalmente a su hechor de un modo equivalente.

La función compensadora del karma es a veces llamada la retribución kármica, es decir, un reembolso.

Una persona que hace daño a otros sufrirá el justo castigo, sufriendo daño a su vez, etc. En el hinduísmo y el budismo, las enseñanzas sobre el karma son inseparables de la hipótesis de la reencarnación.

¿Por qué? Generalmente se cree que el karma debe actuar a través del tiempo, abarcando muchas vidas, porque es un principio universal.

Éste es un elevado concepto de la moralidad, en verdad. Implica que cualquier acción emprendida por una persona cuando está viva tendrá repercusiones y ramificaciones después de que ella muera, y finalmente rebotará sobre el hechor que ha nacido de nuevo, para bien o mal.

De esta manera, hay un poder aleccionador de largo plazo en la doctrina del karma.

La veracidad de la retribución kármica depende de si se asume que las vidas sucesivas realmente demuestran un patrón de causa y efecto. Esta premisa puede ser imposible de verificar, dejando a la ley del karma incierta sobre algo que permanece no demostrado, si es que no improbable. Sin embargo, hay un modo simple de explicar por qué se invoca la reencarnación cuando la doctrina del karma es promulgada.

En la realidad normal, el karma no es demostrable. No coincide con los hechos de la realidad. Es no-intuitivo y no-evidencial, no apoyado por los hechos de la experiencia humana.

El karma desafía el sentido común y choca bruscamente contra lo obvio.

El Apocrifón de Juan es un largo texto cosmológico que aparece en tres versiones en los códices de Nag Hammadi, e independientemente en otro texto copto, el códice de Berlín. Es un tesoro de oscuridades deslumbrantes y delirios teológicos arcanos.

En el cajón de sastre de los escritos gnósticos coptos, este texto es único porque contiene dos rasgos no encontrados en otra parte en aquella literatura por lo demás redundante. Como suele suceder, estos dos rasgos se refieren a dos preguntas claves que con frecuencia aparecen en la discusión sobre los arcontes, los malévolos embaucadores de que habla el gnosticismo.

Estas preguntas son:
¿Qué papel, si es que alguno, jugaron los Arcontes en la creación del cuerpo humano?
 
¿Cómo influyen los Arcontes en el curso actual de las acciones emprendidas por los seres humanos, es decir, cómo ellos afectan al karma?
Demás está decir que éstas son preguntas bastante amplias.

Adulterio Cósmico


Toda esta materia dia-gnóstica es instructiva, pero nosotros realmente queremos saber cómo los arcontes pueden en efecto deformar y desviar el comportamiento humano, si es que ellos lo pueden hacer de alguna manera, y yendo más allá, llevar a cabo su insinuación subconsciente.

El Apocrifón de Juan tiene alguna sorprendente y desconcertante información sobre este asunto. Me concentraré en un pasaje clave.

La Biblioteca Gnóstica Copta en cinco volúmenes presenta las cuatro versiones de este texto en columnas repartidas en páginas enfrentadas. La parte superior de las columnas da el texto copto y debajo pone las traducciones. Usted puede leer las cuatro versiones en paralelo. La maldita cosa se prolonga por 95 páginas. El texto más completo de las cuatro versiones, NHC II, 2, tiene 32 pasajes.

Un poco después de las dos terceras partes del camino por esta obra, en el pasaje 27, encontramos un acontecimiento notable:
«Cuando el Gobernante Principal (jefe supremo arconte) comprendió
que ellos [los seres humanos] estaban exaltados por sobre él en las alturas
y que ellos lo superaban en pensamiento,
y que él no sería capaz de atraparlos...
Él hizo un plan con sus autoridades (exousiai), que son sus poderes,
y juntos ellos cometieron adulterio con la Sabiduría (Sofía)
y un amargo destino (heimármene)
fue engendrado a través de ellos,
que es el último de los grilletes cambiantes,
y es de la especie de los intercambiables,
y es más duro y más fuerte que aquella con quien
los dioses se unieron y los ángeles
y los demonios y todas las generaciones
hasta este día».
Esta convincente descripción de un sistema de atadura kármica con "grilletes" recuerda la cadena budista de eslabones reencarnacionales, los nidanas, dibujados alrededor de la periferia de la Rueda de la Vida.

Creo que este pasaje presenta el equivalente gnóstico de la doctrina budista del karma, pero la enseñanza gnóstica no debería ser identificada punto por punto con la doctrina budista.

Tiene quizá una lección diferente para enseñar sobre la causa y el efecto moral.

Para parafrasear libremente en jerga mitológica:
La Divina Sofía hace un trato con el jefe supremo arconte, permitiéndole que sus esbirros sujeten las acciones humanas con cadenas de alguna clase.
Éstas son las cadenas del heimármene, las obras del destino, o, traducido más integralmente, el arrastre de la compulsión ciega, un acto que obliga al siguiente.

Cuando los arcontes cometen adulterio con Sofía, la diosa permite que algo en la composición natural de la Humanidad sea adulterado por la influencia arcóntica. Por "adulterio" se entiende la adulteración, la inclusión de un elemento foráneo o extraño, tal como el jarabe de maíz puede ser usado para adulterar la miel.

El resultado es que los arcontes ponen una tendencia entrópica en el comportamiento que de otro modo sería libre para ejercer la auto-corrección y la auto-regeneración, tal como el aditivo de jarabe de maíz tuerce la química natural y el valor nutritivo de la miel.

En pasajes anteriores partiendo desde el número 19 se establece la superioridad de la Humanidad sobre los arcontes.

Por medio de nous, la inteligencia divina, y la luminosa epinoia, la imaginación, los humanos pueden corregirse a sí mismos y mantener su comportamiento de acuerdo con todo lo que es bueno y productivo y consecuente con los diseños últimos de la vida. Los humanos tienen una gran ventaja sobre la horda arcóntica, según dice el texto repetidas veces.

Incluso los arcontes saben esto:
«Y el Jefe Principal (jefe supremo arconte, Ialdabaoth)
sabía que la especie humana era desobediente a él,
debido a la luz de la imaginación (epinoia) innata en la Humanidad,
y que la hizo más correcta en su pensamiento
que el Jefe Principal»
(II, 2: 22 y sigs.)
Los Arcontes no pueden competir con la imaginación humana, la mismísima facultad innata en la Humanidad para la detección y derrota de aquellos parásitos de la mente.

Pero el texto dice que el jefe supremo de los arcontes ordena un cierto poder:
"él indujo un trance sobre Adán", pero no como el trance inducido a Moisés, un estupor de sueño, sino que más bien "fue sobre su percepción (aisthesis)" (ibíd),
...significando que los arcontes pueden realmente nublar y sesgar nuestra percepción, lo que ellos hacen principalmente por medio de HAL, la simulación.

Pero hay que añadir que nosotros llevamos a cabo las simulaciones, los actos del modelado y la imitación, mediante los cuales ellos nublan nuestra percepción. Incluso en su mejor momento, el poder arcóntico sobre la mente humana es tomado prestado de la mente.

Ahora aquí está el problema: aunque nosotros los humanos somos inmensamente superiores a los arcontes, no ejercitamos automáticamente nuestra ventaja, sino que más bien necesitamos una prueba o un desafío para activarla.

Tal como otros animales en la Naturaleza necesitan una señal del medioambiente para desencadenar sus programas instintivos - los castores responden a las señales estacionales construyendo represas, por ejemplo - así los humanos se benefician de la activación de su atributo único, la luminosa epinoia, el poder de la imaginación.

De esa manera Sofía, que proporcionó estas capacidades superiores en la raza humana en primer lugar, da a los arcontes una ligera ventaja en su juego contra la Humanidad permitiéndoles dar las señales desencadenantes. Enfrentando a estos embaucadores, la especie humana es desafiada a usar su imaginación para su misma supervivencia.

Los Arcontes son tanto agentes como expresiones del poder del engaño en la mente humana, y no sólo de un modo general:
con nosotros ellos co-efectúan la capacidad de auto-engaño de la especie humana entera.
Comprender que no estamos solos en el engaño a nosotros mismos, sino siempre involucrados en una orquestación cósmica, un juego amañado, es la gran verdad para la liberación de la especie humana de todas las formas de engaño, manipulación y esclavitud.

Compulsión Ciega

Bastante claro, quizás, pero ¿cómo la arcóntica señal desencadenante "adultera" el potencial humano?

El aditivo (equivalente al jarabe de maíz en la miel) es una tendencia al trance, a la auto-hipnosis o auto-sugestión, como el texto claramente lo indica. Aquella tendencia es puramente arcóntica.

En efecto, Sofía permite que los arcontes induzcan un factor de trance en las mentes humanas, como si usted interrumpiera el mecanismo del oído interno para tener a alguien ligeramente mareado y desequilibrado. Lo que es puesto en desventaja es la percepción, debido a la turbiedad de la sugestión: simplemente sugiera que algo sea visto de un cierto modo y la gente tenderá a verlo de esa manera.

De aquí proviene la magia de la publicidad. De aquí el impacto de las operaciones psicológicas de Inteligencia que utilizan tecnología de simulación. Sofía lo hace así, de modo que al descubrir el engaño de la auto-sugestión podemos detener la ilusión en su raíz y elevarnos a nuestro verdadero potencial, usando la imaginación para mezclarnos en la realidad sublime de los designios terrestres más bien que en la fantasía y la evasión.

Bien, hasta ahora. Estamos a mitad de camino para la exégesis completa del pasaje sobre el heimármene.

El Apocrifón de Juan sugiere que la tendencia ilusoria no ha sido simplemente dejada para funcionar como una disposición mental, sino que real y funcionalmente está "instalada" en el mecanismo del comportamiento humano, corporalmente activo.

La compulsión ciega del destino se debe a la manera en que la conducta se repite, al imprimirse a sí misma en el organismo humano, al estilo de la Programación Neuro-Lingüística.

Nuestra esclavitud hacia el karma reside en esto:
conductualmente, nos imitamos a nosotros mismos.
Ahora bien, comprendo que la mezcla del lenguaje mitológico con el análisis psicológico no funcionará bien con algunas personas, pero simplemente no hay ningún otro modo de enmarcar el diagnóstico aquí.

La metáfora mitológica,
"Sofía hace un trato con los arcontes, permitiéndoles atar el comportamiento humano funcionalmente en modelos de compulsión ciega", describe la realidad psicológica vivida físicamente.
 El poder corpóreo de la compulsión de la repetición ata a la especie humana a un destino,
"más duro y más fuerte que aquella con quien los dioses se unieron y los ángeles y los demonios y todas las generaciones hasta este día".
Sofía realmente asume un riesgo con nosotros al permitir al karma funcionar corpóreamente y no simplemente como un proceso mental. Me atrevería a decir que ella hace eso porque nuestro atributo divino de la epinoia es también corpóreo, y corre ese riesgo para igualar y dominar al otro.

«La Epinoia es el poder director de la imaginación, el verdadero factor salvador en la gnosis. El Apocrifón de Juan cuenta cómo la Divina Sofía, cuando ella comprendió el problema que la Humanidad afrontaría con los Arcontes, dotó con "la luminosa Epinoia" a Zoe, la fuerza de la vida, de modo que en nuestra composición biológica lleváramos una capacidad imaginativa»).

La esencia del karma en el modelo gnóstico no es la recompensa y el castigo, como puede verse en el credo abrahámico de la retribución divina y, de otro modo, en la doctrina hindú-budista del renacimiento.

Más bien es la compulsividad pura la que se alimenta de sí misma y se llena de surcos en la repetición estereotipada. El trato con los Arcontes liga cada acto humano a un arrastre corporal, de modo que un acto hecho automáticamente tiende a producir un acto similar o uno opuesto y compensador, por la misma persona. La idea clave aquí es el hecho de ser arrastrado por una fuerza (entrainment), que es lo que significa heimármene.

La cadena de la esclavitud kármica no hace que una buena acción genere otra buena acción, ni tampoco hace que un mala acción genere otra mala acción, cualitativamente hablando.

La compulsión de la repetición fuerza al hechor hacia la auto-corrección, o bien la completa entropía física de la repetición causará finalmente la ruina del hechor.

Así es cómo Sofía establece el karma humano: sin un sistema de recompensa y castigo, excepto por la recompensa o castigo que uno se causa a sí mismo por la acción ciega y compulsiva. Un acto genuinamente libre no tiene ningún mérito o detrimento, ninguna consecuencia derivada en forma mecánica para el hechor.

Repito:
la acción liberada no tiene ninguna consecuencia externa o extraña para su autor. Su consecuencia, si es que hubiera alguna, está implícita en el puro placer de su realización, en el gesto en su perfecta transitoriedad.
 No hay ningún sistema cósmico de compensación moral. No hay ninguna justicia ordenada en el universo, aunque la justicia pueda ocasionalmente ser alcanzada por la iniciativa humana en ciertas situaciones. El malhechor que daña y engaña a otros, y que no puede auto-corregirse, sólo puede ser detenido por otro individuo, en una interacción directa y de primera mano.



Al Fin La Anarquía 


El karma como compensación moral es una mentira, pero el juego conductual del heimármene funciona exactamente como se pretende que funcione.

El juego ya ha sido arreglado por la tendencia arcóntica que Sofía permite:
el factor del trance o el poder de la sugestión.
El mecanismo de la entropía moral funciona en el cuerpo humano, en el circuito fisiológico y neurológico que sostiene el comportamiento y retiene los patrones conductuales.

Si Sofía no permitiera que eso ocurriera de esa manera, experimentaríamos una resistencia total de mente y cuerpo, saltando de un momento de máxima expresión al siguiente, corrigiéndonos y mejorándonos en cada singular acción tomada.

Pero nunca nos engañaríamos a nosotros mismos ni llegaríamos a ser mucho más sabios por el hecho de comprender la acción.

Debido a la compulsión, nos agotamos y nos desgastamos, conductualmente hablando. Pero vencer la compulsión nos da un impulso, un espíritu especial, que no surge en el constante empuje libre de obstáculos de nuestro potencial. Los Arcontes proporcionan la resistencia contra la cual generamos una liberación cada vez más alta de potencial.

Desde el punto de vista de Sofía, se trata de una justa compensación: sin aquel desafío a nuestro potencial, no iríamos tras el alcance óptimo de nuestra especie. Con el desafío, los arcontes consiguen jugar su juego.

 Pero la auto-corrección puede ser realizada en cada situación donde ellos se inmiscuyen.


No rinde beneficios ser bueno; ése es un hecho brutal. Podría, pero no necesariamente. En la expresión de la bondad innata no se busca ninguna rentabilidad. O no se necesita.

Vale la pena notar que hay a menudo más vigor involucrado en hacer daño que en hacer el bien. La gente malévola y maliciosa puede ser poseída por determinaciones realmente demoníacas.
"Los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores / están llenos de una intensidad apasionada".
 ¿Por qué? Porque para persistir en hacer daño usted tiene que trabajar enérgicamente contra el orden natural de las cosas y contra la disposición benigna del animal humano, pero la entropía arcóntica que le da el carácter a la compulsión ciega aumenta cuando usted se resiste a ella.

Para vencer aquella tendencia entrópica usted requiere continuamente exagerar su sistema y encauzar sus fuerzas.

Por otra parte, es natural actuar con bondad y fluír con el universo, cooperando con la belleza y la elegante funcionalidad de la vida. Uno nunca se cansa de hacer el bien, y entonces uno no tiene que hacer un súper-esfuerzo para persistir en aquel comportamiento, al cual estamos naturalmente predispuestos, como la ética pagana afirma.

No hay ningún karma como nos ha sido enseñado. Nadie tiene la autoridad para hacerlo responsable de lo que usted hace, ni siquiera Dios. Ni siquiera Sofía, el animal madre planetario. Sólo usted puede hacer eso por sí mismo.

La palabra "anarquía" está compuesta por la raíz "arjé", que también se encuentra en "arconte".

La an-arquía es la condición de negación de lo arcóntico.

La anarquía está contra toda autoridad salvo la que reside en la voluntad soberana de una persona individual. No existe tal cosa como el karma considerado como un sistema de recompensa y castigo. Ésa es una completa patraña de hombres viejos para intimidar a los niños.

El Juego de Kali


El karma es un juego arreglado. La liberación del karma viene primero al ver cómo está amañado, cómo el engaño arcóntico induce la auto-sugestión y nubla la percepción, y luego simplemente al decidir no jugar aquel juego.

En una perspectiva liberada, no hay ninguna ley kármica según la cual usted pueda sopesar la causa y el efecto de sus acciones. Imagine cómo se siente aquella clase de libertad.

A estas alturas en la historia humana, bien puede ser tiempo para admitir cómo la compulsión humana está manipulada por una fuerza adulterante en la mente. Cada uno está igualmente sujeto al factor del trance, pero no toda la gente sucumbe ante él en el mismo grado.

Algunos especímenes humanos son completamente consumidos por ello.

Ellos han llegado a estar totalmente arcontificados. Ellos hacen compras y matan con igual despreocupación. Hay muchos de ellos circulando por estos días. De esa manera, encontramos una camarilla de psicopáticos monstruos del control manejando los asuntos humanos. Gran sorpresa. La instrumentación del comportamiento arcóntico es actualmente tan penosamente obvia a escala global que Sofía puede estar examinándonos con un ojo penetrante en la prueba que ella dispuso para nosotros, comprobando los resultados.

Cada problema en el mundo en general está amañado, orquestado, deliberadamente instigado y engañosamente puesto en práctica y manejado:
la crisis de los alimentos está manipulada, el colapso financiero está manipulado, los medios de comunicación masiva están manipulados, el entretenimiento está manipulado, las elecciones democráticas están manipuladas, las estadísticas están manipuladas, la educación está manipulada, las epidemias están manipuladas, las vacunas contra las epidemias están manipuladas, Google está manipulado, la inminente invasión OVNI está manipulada, el calentamiento global antrópico está manipulado, la Tercera Guerra Mundial está manipulada, el terrorismo está manipulado.
¿Cuánta manipulación se necesita antes de que rompamos la manera en que el karma funciona y veamos a través de la colusión ciega de una especie auto-engañada?.

El único factor decisivo en el tan anunciado "cambio planetario" puede ser no un despertar espiritual masivo a través del globo con cada uno de repente vibrando a la frecuencia más alta de sus cuerpos de luz, sino algún acuerdo sobre esta percepción elemental: los únicos problemas de la sociedad humana que no puede ser resueltos de una manera relativamente feliz y productiva son los deliberadamente creados.

Si no fuera por aquellos problemas, podríamos estar resolviendo las cosas completamente bien. Pero usted no puede ganar un juego que está arreglado para que usted lo pierda.

Pero hay buenas noticias, también, en este penosísimo diagnóstico que llega ahora a su fin. Ver cómo el juego del karma está arreglado trae liberación en términos de Kali, es decir, de acuerdo a la metáfora del juego, que soluciona todas las formas de comportamiento humano en el Kali-Yuga. (Traducción: en el Kali-Yuga, cualquier situación puede ser dominada poniéndola en la metáfora del juego).

Se podría decir que Sofía hizo un trato con los arcontes, pero es Kali quien lleva a cabo el trato. Ella supervisa el involucramiento humano con los poderes demoniacos del engaño y la manipulación. Ella es llamada Durga, "invencible", porque ningún impulso arcóntico o demoniaco en el universo puede derrotarla. Kali libera a la especie humana de todas las ilusiones, incluyendo la ilusión de la compasión.

Como Kali, Sofía ama correr riesgos, jugar a las probabilidades.

Esto es evidente en toda la Naturaleza en el modo en que Sofía lanza los dados evolutivos espléndidamente para un triunfo minuciosamente selectivo. La madre animal planetaria es en efecto teleológica, orientada hacia objetivos, pero ella juega salvajemente con la posibilidad y la novedad para conservar los márgenes de su mundo abiertos y fluidos.

Ella ama atravesar los obstáculos como un niño autista que conjuga las raíces cuadradas hasta 50 puntos decimales.

El escenario gnóstico del heimármene muestra cómo Gaia-Sofía ha puesto en marcha una jugada precaria oponiendo a la especie humana contra sí misma y con los arcontes como efecto multiplicador. Kali supervisa el juego para un objetivo particular, porque la admisión al Juego de Kali se convierte en una opción al salir del juego amañado.

Usted no gana ese juego arcóntico, usted sólo lo abandona. No hay ningún karma que dominar o vencer.

El acto realizado por su propia belleza y placer es ya una iniciación a Kali.


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