EL SILENCIO COMO INSPIRACION 14
No penséis que el amor es eterno. Es muy frágil. Es tan frágil como una rosa. Por la mañana está ahí, y por la noche se ha ido. Cualquier cosa pequeña puede destruirlo.
De hecho, cuanto más elevada es una cosa, más frágil es. Ha de ser protegida. Una piedra permanecerá, pero una flor desaparecerá. Si arrojáis una piedra contra una flor, la primera no saldrá dañada, pero la segunda será destruida.
El amor es muy frágil y delicado. Hay que ir con mucho cuidado con él. Se puede causar tanto daño como para que la otra persona se cierre y se ponga a la defensiva. Así es como nos cerramos. Si lucháis demasiado, el otro comenzará a escapar de vosotros; se tornará más y más frío, más y más cerrado, para no volver a ser vulnerable a vuestro ataque. Entonces lo atacaréis más porque os resistiréis a esa frialdad. Se puede convertir en un círculo vicioso.
Y así es como se separan los amantes. Se alejan el uno del otro y creen que el otro es el responsable, que el otro los ha traicionado.
De hecho, tal como yo lo veo, ningún amante ha traicionado alguna vez a nadie. Es solo la ignorancia la que mata el amor, nadie lo traiciona. Los dos querían estar juntos, pero, de algún modo, ambos eran ignorantes. Su ignorancia les jugó malas pasadas que se multiplicaron.
La meditación significa ser uno mismo, y el amor significa compartir el propio ser con otra persona. La meditación os da el tesoro, y el amor os ayuda a compartirlo.
Estas son las dos cosas más básicas, y todo lo demás no es esencial.
Hay una antigua anécdota acerca de tres viajeros que llegaron a Roma. Fueron a ver al Papa, quien le preguntó al primero: «¿Cuánto tiempo te vas a quedar?». El hombre respondió tres meses. El Papa dijo: «Entonces podrás ver bastante de Roma». En contestación al tiempo que iba a quedarse el segundo viajero, repuso que solo podía permanecer seis semanas. El Papa comentó: «Entonces podrás ver más que el primero». El tercer viajero anunció que únicamente podría quedarse dos semanas en Roma, a lo que el Papa indicó: «Eres afortunado, porque serás capaz de ver todo».
Quedaron desconcertados... porque no entendían el mecanismo de la mente. Pensadlo; si tuvierais una vida de mil años, os perderíais mucho, porque no dejaríais de postergar cosas.
Pero como la vida es corta, uno no puede permitirse el lujo de posponer. Sin embargo, la gente lo hace... y a su propio riesgo.
Imaginaos que alguien os dijera que solo os queda un día de vida. ¿Qué haríais? ¿Seguiríais pensando en cosas innecesarias? No, lo olvidaríais todo. Amaríais, rezaríais y meditaríais, porque únicamente os quedan veinticuatro horas. No postergaríais las cosas verdaderas, las cosas esenciales.
Jamás le preguntéis a alguien qué está bien y qué esta mal. La vida es un experimento para averiguarlo.
Cada individuo ha de estar consciente, alerta, vigilante, experimentar con la vida y averiguar qué es bueno para él. Sea lo que fuere lo que os aporta paz, lo que os hace felices, lo que os brinda serenidad, lo que os acerca más a la existencia y a su inmensa armonía, es bueno. Y aquello que os crea conflicto, desdicha, dolor, está mal. Nadie más puede decidir por vosotros, porque cada individuo tiene su propio mundo, su propia sensibilidad. Es único.
De modo que las fórmulas no van a funcionar, no han funcionado. Todo el mundo es prueba de ello.
Jamás le preguntéis a alguien qué está bien y qué está mal. La vida es un experimento para averiguarlo. A veces podéis comprometeros con lo que está mal, pero eso os aportará su experiencia, os hará conscientes de 1o que hay que evitar. A veces quizá hagáis algo bueno y os beneficiaréis inmensamente de ello. Las recompensas no están más allá de la vida, en el cielo y el infierno. Son aquí y ahora.
Cada acción provoca su resultado de forma inmediata. Solo tenéis que estar alertas y vigilar. Llamo maduro al hombre que ha vigilado y averiguado por sí mismo qué está bien, qué está mal, qué es bueno, qué es malo. Y al hacerlo, adquiere una tremenda autoridad. Lo conoce de manea absoluta. Todo el mundo puede decir otra cosa, para él es lo mismo. Posee su propia experiencia y eso es decisivo.
No hay causas externas para la felicidad o la infelicidad; solo son excusas. Poco a poco, uno empieza a entender que es algo que uno lleva dentro que no deja de cambiar,; y que no tiene nada que ver con las circunstancias exteriores.
Es algo dentro de vosotros, una rueda interior, que no deja de moverse. Simplemente observadla... es muy hermosa, porque al ser conscientes de ella, se ha conseguido algo. Ahora entendéis que estáis libres de las excusas exteriores, porque fuera no ha pasado nada y, sin embargo, vuestro estado de ánimo ha cambiado en cuestión de minutos de felicidad a infelicidad.
Eso significa que la felicidad y la infelicidad son vuestros estados de ánimo y que no dependen del exterior. Es una de las cosas más básicas que hay que comprender, porque entonces se puede hacer mucho.
Lo segundo que hay que comprender es que dependen de vuestra percepción. Así que estad atentos y adquirid conciencia. Si la felicidad está ahí, observadla y no os identifiquéis con ella. Cuando esté presente la infelicidad, volved a observar.
Es como la mañana y la noche. Por la mañana observáis v disfrutáis con el sol naciente.
Cuando este se pone y desciende la oscuridad, también la observáis y la disfrutáis.
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